Seguro que si ustedes son usuarios de Internet lo habrán visto. El último
fenómeno en Internet se llama Harlem Shake y es una gilipollez tan mayúscula,
que si algún lector no ha tenido la oportunidad de verlo todavía on
line, probablemente no dé crédito. Son vídeos de unos 30 segundos en
los que aparece una persona, normalmente ataviada con una máscara, bailando de
forma chusca, en un lugar en el que el resto simula trabajar sin percatarse del
tonto que tienen al lado. A los pocos segundos y con el cambio de ritmo
de la insufrible canción, aparecen en el plano todos los presentes haciendo el
mono y contoneándose de forma frenética mientras lucen disfraces ridículos.
A la mayoría de gente que conozco le hace muchísima gracia y yo, que creo
que no carezco de sentido del humor, no paro de preguntarme qué le ocurre al
ser humano para tener que recurrir a estas bobadas.
En pocas semanas, se han publicado miles de vídeos imitando esta moda.
Algunas cifras hablan de 4.000 nuevos vídeos al día y más de 44 millones de
visionados. Los escenarios que acogen estas representaciones son de lo más
dispares, desde un camión de bomberos a una sala de reuniones, oficinas de todo
tipo, un vagón de metro o incluso debajo del agua. Todos luchando por llamar la
atención y ganar la medalla de oro a la estupidez. En Australia, han sido
despedidos quince mineros después de que subieran a Youtube su versión del
asunto. A la empresa no le pareció divertido que utilizaran su puesto de
trabajo para tales menesteres. Ellos dicen que necesitaban “un poco de
diversión para aguantar el turno de noche”. A mí se me ocurren muchas otras
formas de esparcimiento antes que hacer el imbécil en las profundidades.
Llámenme sosa. Definitivamente, la especie humana está defectuosa.
Publicado en Las Provincias el 08/03/2013
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