Imagine
que llega a casa agotado tras un día de duro trabajo con el único anhelo de
ponerse el pijama y colonizar el sofá, armado con una buena novela, cuando su
chucho se detiene a su lado y le suelta: “Tengo ganas de pasear, relacionarme
con otros de mi especie y hacer mis necesidades. Ah, y cuando volvamos quiero
que me rasques la barriga durante un buen rato”. Usted podría negarse, pero su
perro insistiría hasta que cansado de escuchar sus exigencias, acabe cediendo.
Esta situación, absurda y ficticia por ahora, podría tornarse realidad antes de
lo que imaginan. Leo estupefacta cómo unos investigadores escandinavos están
desarrollando un aparato que convertirá el pensamiento de los perros en
palabras. Al parecer, el dispositivo está bastante adelantado, podrá expresar
sensaciones de cansancio, enfado, curiosidad o hambre y estará disponible en
cuatro idiomas, entre ellos el español. Lo peor del caso es que estos
inventores han recaudado el montante de 20.000 euros en una semana a través de
una plataforma de crowdfunding.
Es
decir, que hay personas que están interesadas en que su perro además de jugar
con ellos, alegrarles la existencia y hacerles compañía les cuenten cómo se
siente. Ya no es suficiente con que tu madre te machaque con que te hagas la
cama o fumes menos o que tu novio te recuerde que debes hacer más deporte,
ahora también tendrás a tu perro exigiendo un buen pienso, lanzando exabruptos
cuando se cruce con un macho hostil o diciéndote lo buena que está la perra del
vecino. Señores de la Sociedad Nórdica para la Invención y el Descubrimiento,
así se llaman estos iluminados, entiendo que el frío de sus latitudes hace que
piensen mucho, pero si hubiera querido que mi perro me hablase, ya habría
tenido un hijo. O una suegra.