martes, 8 de febrero de 2011

El olvido que seremos

Héctor Abad Faciolince

Adquirí este libro siguiendo la recomendación de alguien que no recuerdo, pero cuya efusividad al hablar del mismo hizo que me picara la curiosidad.  Ahora, una vez terminado y ya descansando en mi estantería, entiendo la admiración que despertó en esa persona y me uno a esa apasionada  contribución. Seguramente sea uno de los mejores libros que he leído últimamente.

El título de la obra alude a un verso de un poema de Borges (“Somos el olvido que seremos”) que el autor encontró escrito en una nota en los bolsillos  de su padre el mismo día que fue asesinado por los paramilitares colombianos en pleno centro de Medellín. Era 1987.  Dieciocho años más tarde, el hijo ya convertido en escritor, narra la vida de su progenitor, el Doctor Héctor Abad, un hombre que dedicó toda su existencia a intentar mejorar la de los más pobres de un país podrido mediante algo tan simple como la difusión de los métodos más básicos de higiene y que nunca se doblegó ante el poder de una clase política y militar corrupta denunciando hasta el día de su muerte todas las injusticias que veía a su alrededor. 

 Su hijo Héctor Abad Faciolince narra de forma excepcional esta historia sin caer en ningún momento en la autocomplacencia ni el sentimentalismo.  El autor relata su propia vida, la de su familia y la de su país con un estilo sencillo, directo, acompañado de pinceladas de un suave lirismo que te acerca a ese personaje ejemplar que parece venido de otro mundo por su empeño, tenacidad y ausencia absoluta de miedo ante lo que no era más que la crónica de una muerte anunciada.

martes, 1 de febrero de 2011

Un poquito de Autobombo


Justo cuando la desesperanza empezaba a mostrar sus garras y el panorama laboral en nuestro país me hacía pensar que el ejercicio del periodismo sería sólo un recuerdo de juventud, me encuentro con una buena noticia que me provoca un subidón importante. A partir de ahora, escribiré los viernes una columna en el periódico Las Provincias, en la nueva sección Juego de Damas, junto a otras tres señoritas, jóvenes pero sobradamente preparadas.

Dejo el inicio de la columna de la semana pasada por si os interesa. Sólo hay que pinchar sobre él. Y aunque no quede bien decirlo en estos tiempos, sigo pensando que la columna gana mucho al leerla en papel.