lunes, 28 de noviembre de 2011

EL NOVIO ES UN COMPLEMENTO MÁS

Desde hoy se celebra en Valencia la feria Fiesta y Boda, una cita a la que tuve la oportunidad de acudir cuando trabajaba en televisión hace años. Una de las mejores cosas de trabajar como periodista era que asistías a encuentros, jornadas y eventos a los que jamás hubieras ido aunque hubieses vivido diez vidas distintas. Y dada mi alergia a todo lo que huela a tarta nupcial, arras y promesas eternas, estoy segura de que nunca me hubiera asomado a ese escaparate del amor. Entre divertida y perpleja, asisto a la polémica que el certamen de este año arrastra después de que varias asociaciones y entidades hayan pedido que se elimine el eslogan de la feria, que bajo la foto de la siempre estupenda Carmen Lomana reza 'El novio es un complemento más'. 
 
 
 
Tengo la curiosa manía de considerar que las personas son inteligentes, tienen criterio y saben perfectamente diferenciar cuando se habla en serio y cuando no. Sino todas, al menos muchas. Considero que el lema de la feria tiene gancho, llama la atención y además incide en el objetivo del certamen. Es lo que persigue la publicidad. Porque en la mayoría de bodas, lo importante no es el novio ni la novia, lo que importa es el sarao en sí, llevar el vestido más espectacular, llegar en el coche más flamante, sorprender a los invitados con un coro que has traído de Moscú. Y los novios, al final solo son el accesorio que lo hace posible. Sinceramente, dudo que algún hombre pueda sentirse ofendido ante tal declaración. Si después de varios siglos de opresión, machismo y desigualdad contra las mujeres, no se puede hacer una pequeña broma y reírse un poco del sexo opuesto, es que algo no funciona bien. 
 
Publicado en Las Provincias el 25/11/11

LA DICTADURA DE LAS TELECOMUNICACIONES

Sospecho que soy la española que ostenta el record mundial de haber cambiado más veces de compañía de teléfono en un solo año. Desde el pasado mes de noviembre, he tenido que lidiar con cinco empresas distintas como proveedoras de los servicios de móvil e Internet. Con todas ellas me he peleado. No me considero una consumidora exigente y en la mayoría de casos en los que he visto mis derechos vulnerados, he preferido dejar pasar mi enfado y no reclamar lo que me debían. Y sin embargo, esta dictadura de las operadoras de la que es imposible escapar, está consiguiendo acabar con mi paciencia. Albergo un odio creciente hacia cada una de esas empresas que me hacen perder mi valioso tiempo intentando solucionar los problemas que ellas me crean y obligándome a cabrearme con un señor que esté en la otra punta del mundo y al que intuyo le pagan una quinta parte del salario mínimo interprofesional. 
 
Nos venden la moto con sus spots de jóvenes sonrientes y abuelitos que gracias a su lucrativo servicio pueden mantenerse en contacto con esos hijos que nunca van a visitarlos. Nos prometen flexibilidad, libertad y felicidad al brindarnos las conexiones físicas que consigan esa comunicación de la que nos hemos hechos esclavos por un módico precio. Y nosotros, anestesiados como estamos con nuestros iPhone y nuestras Blackberry, aceptamos sus pésimas prestaciones sin rechistar. Indefensa como me siento, me planteo seriamente si sería capaz de vivir sin teléfono móvil, siendo consciente 100% de que soy una víctima más de la tela de araña en la que nos han atrapado. ¿No sería bonito recuperar la paloma mensajera, el código morse o las señales de humo? Habrá que empezar a pensarlo.
 
 
Publicado en Las Provincias el 18/11/11
 

EL PADRE DE MIS HIJOS

Mi amiga Raquel, la única que faltaba de mi grupo de cinco amigas en tener descendencia, además de servidora, me acaba de anunciar que está embarazada. Después de los gritos de alegría, los abrazos y las preguntas pertinentes, es imposible que no planee sobre mí el eterno temor que cualquier treintañera soltera tendría en mi misma situación. «¿Y si no encuentro al príncipe azul? ¿Y si quiero ser madre algún día pero no llega esa persona con la que compartirlo?» le pregunto angustiada. Ella, muy práctica, me contesta «¿No tienes el típico amigo soltero con el que has pactado que si llegáis a una edad y seguís sin pareja, tendréis un niño juntos?». Su novio, a su lado, nos mira alucinado. «¿Pero eso lo habláis las chicas?» pregunta perplejo. «Claro que sí», responde mi amiga con naturalidad. 
 
 
 
Y es completamente cierto. La mayoría de las mujeres, en algún momento de nuestras vidas en las que atravesábamos el dulce pasadizo de la soltería, nos hemos planteado esta cuestión. Habitualmente siempre había un amigo en similares circunstancias que accedía a ofrecernos su parte del trato. Hoy en día, ese amigo de toda la vida que se mostraba solicito a la bizarra petición, se ha convertido en el amigo gay al que las cosas le suelen ir mal en el terreno sentimental pero que quiere ser padre por encima de todo. Sondeo a mis amigas sobre este asunto y todas me lo confirman. Yo misma me acuerdo de un par de amigos y algún ex con los que mantuve esta conversación. Sus novias probablemente me odiarían si lo supieran. Pero he de confesar que ahora las veo luchando cuerpo a cuerpo con sus bebés para que se coman la papilla y me siento aliviada de no ser yo la responsable. 
 
Publicado en Las Provincias el 11/11/11

EL SONIDO DEL SILENCIO

 
 
Aunque parezca imposible, en el litoral de la Comunidad Valenciana aún quedan paraísos. Pocos, escondidos y permanentemente amenazados por el urbanismo feroz, pero todavía existen algunos de esos rincones en los que poder disfrutar de playas semi salvajes o descubrir caminos entre pinares sin toparte con un edificio de apartamentos. En uno de esos reductos, perfecta ecuación entre mar, monte y sol, he escuchado estos días el sonido del silencio. Una sensación tan extraña que mientras era consciente de aquella ausencia total y absoluta de ruido, fui incapaz de conciliar el sueño. Un silencio tan brutal que me resultó inquietante.
 
A los que vivimos en la ciudad, nos es prácticamente imposible paladear por un instante tan siquiera un silencio parcial. El ruido del tráfico, la tele del vecino, el teléfono móvil, los gritos de los niños. Siempre hay algo que lo resquebraja. No importa que las ventanas de tu casa tengan triple aislamiento térmico elaborado con los materiales más sofisticados de la NASA, lo máximo a lo que uno puede llegar en la ciudad es a percatarse del silencio ruidoso que le envuelve. Escuchar el sonido del silencio durante este puente me ha parecido un lujo comparable a muy pocas cosas. Me pregunto si volveré a revivir esa sensación cuando empiecen a construir el campo de golf y las 2.000 viviendas que están previstas y que van a acabar rodeando mi particular edén. Seguramente no, y el único sonido del silencio que escucharé es el de la canción de Simon & Garfunkel. Por si acaso, los extranjeros que vivían allí todo el año han empezado a huir a otros países donde aún se respete la paz. 
 
Publicado el 4/11/2011 en Las Provincias

viernes, 11 de noviembre de 2011

DINERO SUCIO

El pasado domingo me disponía a ver un documental, y sin saberlo acabé viendo una película de terror, quizás una de las más inquietantes que he visto últimamente. Ciudad de Nueva York, año 2008. Una panda de villanos dirige el mundo, siniestros personajes de las altas esferas que tienen anestesiados a los ciudadanos con trucos, mentiras y falsas promesas. Los malhechores se las arreglan para destruir el futuro de millones de personas dando paso al caos y la ruina. Mientras, sus jefes, encargados de velar por los abusos de sus asalariados, miran hacia otro lado permitiendo los desmanes de los delincuentes.
Un argumento típicamente Hollywoodiense, solo que esta vez sin héroes ni final feliz. Es lo que ocurre cuando la realidad aplasta a la ficción. Porque lo que vi, por desgracia, no era una película de malhechores, se trataba de 'Inside Job', el documental ganador del óscar de este año. Durante dos horas desfilan por la pantalla una panda de políticos, banqueros, economistas y académicos que van desgranando sin ningún tipo de pudor ni arrepentimiento como tejieron los hilos de esta crisis mundial de la que el mundo trata de escapar. No utilizaron armas al uso. Estos criminales fueron más sofisticados. En lugar de sierras mecánicas, hachas o cuchillos se inventaron las hipotecas subprime, también llamadas basura, y sustituyeron la casa en la que cometían sus crímenes por las agencias de calificación de riesgo y los mercado de derivados. El problema es que las víctimas de este drama sí que sangran de verdad. Con esta élite dirigiendo el mundo, prefiero que las riendas de mi destino las tome Dracula, Jason, Leatherface o el mismísimo Freddy Krueger.


Publicado en Las Provincias el 28/10/11