domingo, 23 de octubre de 2011

MUNDOS PARALELOS

 
 
No parecía sospechoso aquel señor que debía superar los 70 años y que el sábado pasado en la Plaza de San Agustín fue aupado por encima de una multitud que le jaleó y aplaudió mientras alzaba su brazo con orgullo a los allí presentes. Este señor, digo, no me pareció un antisistema, pero nunca se sabe, puede que por las noches desde su casa se dedique a hackear las webs de bancos y partidos políticos. Tampoco me pareció demasiado radical la familia que llevaba a sus hijos en carrito y portaba una pancarta de 'Stop Desahucios'. Pero quién sabe, igual entre los pañales escondían piedras para reventar escaparates. Y ese grupo de chicas veinteañeras con las caras pintadas de colores que gritaban alegremente consignas, no tenían mucha pinta de extrema izquierda, más bien daban la sensación de no tener ni idea de quién era Marx. 
 
Llego a la conclusión de que ese expresidente nuestro que califica al 15M como de «movimiento radical antisistema de extrema izquierda» vive en un mundo paralelo que no es el mío. Pero es que tener chofer particular, ser miembro de un consejo de administración de una gran empresa y dar conferencias por todo el planeta te debe alejar algo de la realidad. Los que yo vi parecían bastante pacíficos, indignados sí, pero es que tienen problemas para pagar su hipoteca, emanciparse, conseguir un trabajo y un sueldo dignos o llevar a sus hijos a colegios con una educación pública de calidad. Y eso claro, cabrea un poco. Ese «movimiento marginal», como lo denomina, llenó muchas calles de muchas ciudades de muchos países. No me parecieron peligrosos. Al menos, no tanto como esas armas de destrucción masiva que él se empeñó en buscar sin resultado.
 
Publicado en Las Provincias el 21/10/2011

domingo, 16 de octubre de 2011

A QUIEN MADRUGA

Uno de los primeros síntomas de que te haces mayor es que ya no puedes soportar esos maratones de dormir diez horas seguidas que tan bien te sentaban los fines de semana de hace años. A los que nos gusta abandonarnos en brazos de Morfeo, le tenemos especial tirria a la palabra madrugar. Pero llega un sábado cualquiera, después de haberte acostado a las 4 de la mañana, sin despertador ni obligaciones que atender, en el que abres un ojo y el reloj te anuncia implacable que son las 8:30. Intentas coger de nuevo el sueñecito, pero no hay escapatoria. El tic tac biológico que llevas en tu interior te hace un corte de mangas y te obliga a levantarte. 
 
 
 
Mi ex, alucinado al verme dormir once o doce horas, me comentaba que los grandes genios de la historia, como Napoleón, dormían muy pocas horas. Supongo que quería decirme de forma sutil que nunca conseguiría llegar lejos durmiendo tanto. Pero quizás mi suerte haya cambiado. Desde hace meses, me despierto cada día sobre las 6 de mañana. Lo curioso es que, por primera vez en la vida, no tengo la obligación de entrar al trabajo a una hora concreta. Tengo la suerte de trabajar en una de esas raras empresas que prefieren que las tareas estén terminadas cuando toca y no te obligan a cumplir un horario fijo. Elijo pegarme el madrugón y olvidarme de mis obligaciones laborales a partir de las 3 de la tarde. Levantarse a la misma hora en la que antes cerrabas los bares es el precio que hay que pagar para hacer deporte, pasear con tu perro o leer la última novela de Houllebecq. No me importa. Además, si hago caso a la teoría de mi ex, ahora puedo llegar a ser alguien, aunque sea entre bostezos y con legañas. 
 
Publicado en Las Provincias el 14/10/11

martes, 11 de octubre de 2011

LA PRUEBA DEL ALGODÓN


La limpieza del hogar es probablemente la actividad más odiosa y menos gratificante que existe en el rutinario día a día. No se me ocurren otros quehaceres que requieran tanta energía y sin embargo duren tan poco sus resultados. Escribo esto después de pasar tres horas quitando el polvo, pasando la aspiradora, fregando el suelo y ordenando el sinfín de papeles que se acumulan en mi mesa. No te das cuenta de lo engorrosas de estas tareas hasta que no abandonas el nido materno. Por regla general, el exiguo sueldo con el que por fin consigues emanciparte no alcanza para contratar los servicios de una profesional que se encargue de mantener a raya la suciedad y el desorden. Y te preguntas, ¿para cuándo inventará Ikea la casa autolimpiable? 
 
Al irme de mi piso alquilado de un tamaño digamos estándar, y cambiarme a otro mucho más amplio que mi familia me presta hasta que consiga mi propia hipoteca, me di cuenta de que una no puede vivir en una casa grande y ser mileurista. Si tu piso mide más de ciertos metros, debería ser obligatorio por ley el poder pagar a una persona que te ayude en las labores domésticas. Me cuesta imaginar a Isabel Preysler haciendo la prueba del algodón en una de las 85 habitaciones de alguna de sus tantas mansiones, o a la Duquesa de Alba limpiando la plata del Palacio de Liria. Quizá cuando la ex ministra Trujillo, aconsejó a los jóvenes olvidarse de una vivienda digna y trasladarse a pisos de 45 metros cuadrados donde perfeccionar al máximo el juego del Tetris, estaba pesando precisamente en nosotros. Quería ahorrarnos tiempo, esfuerzo y dinero en la limpieza del hogar para poder dedicarlo a otras cosas más útiles, como por ejemplo buscar trabajo
 
Publicado en Las Provincias el 07/10/11

LA MAGIA DE LA INFORMÁTICA

Los informáticos son los brujos del siglo XXI. Chamanes ante los que el resto de mortales debemos postrarnos cada vez que tenemos un problema con nuestro ordenador. Para los que no entendemos de tecnología, equivalen a superhombres cuyos poderes residen en un ratón y en un teclado y que consiguen con un simple clic y un comando de teclas resucitar tu PC o darte la funesta noticia de que tu ordenador ha muerto para siempre. Uno de mis mejores amigos pertenece a esta especie y ha salvado mi cibervida unas cuantas veces. Desde hace unas semanas, vuelve a tener una misión de máxima importancia en la que está en juego toda mi existencia digital. 
 
Este verano decidí poner orden en las caóticas entrañas de mi ordenador portátil. Pasé todas mis fotos, mi música y mis películas a un disco duro externo. Cada vez que lo conectaba, me preguntaba si quería utilizarlo para realizar no sé qué copia de no sé qué unidad. Siempre le decía que no, hasta que un día, sin darme cuenta, mi respuesta fue afirmativa y mi universo cibernético se desmoronó. Los últimos 9 años de mi vida succionados por un agujero negro. Lo único que me dolió perder fueron las fotografías que imagino se encuentran en el limbo de los ceros y los unos donde descansan junto a otro millones de documentos que la humanidad ha perdido a lo largo de los años. Intenté consolarme pensando que las mejores fotografías están en mis recuerdos, pero de pronto empecé a pensar en todos los momentos que serán difícil de rememorar si no es por ese testimonio gráfico: viajes, fiestas, ex novios... y quise llorar. Llamé desesperada a mi amigo, que me ha prometido que conseguirá recuperarlas. Si lo logra, volveré a creer en la magia
 

Publicado en Las Provincias el 30/09/2011

PINTXOS, TRÍOS Y ARRUGAS

San Sebastián es uno de esos lugares a los que siempre tengo ganas de volver. Guardo recuerdos imborrables de todas mis estancias en esa ciudad que huele a mar, a cine y a jazz bajo la lluvia. Andar por la parte vieja, asomarse a los bares de pintxos y dar rienda suelta a ese pecado capital llamado gula es para mí una experiencia religiosa. Este año, además del homenaje gastronómico, la visita tenía otro atractivo. Se estrenaba en el Festival de Cine la película 'Arrugas', basada en el cómic del dibujante valenciano y colaborador de este diario, Paco Roca, del que además de fan, puedo presumir de ser amiga. 
Para los profanos del cómic que, como yo, desconocían hasta hace poco este mundo, adentrarse en él con la obra de Paco supone caer atrapado para siempre en sus redes. 'Arrugas', ganadora en 2008 del Premio Nacional de Cómic y editada en España por Astiberri, se adentra en la soledad de la vejez y en los tenebrosos tentáculos de ese monstruo que es el Alzheimer. Paco aborda el tema con sensibilidad y pinceladas de humor sin caer en sensiblería barata. Ese espíritu también se ha contagiado a la película, que bajo la batuta del director novel Ignacio Ferreras, ha dejado buen sabor de boca en el certamen. La ovación del público al finalizar el pase y las excelentes críticas que ha cosechado la cinta así lo atestiguan. Pero Paco, además de un gran autor es una de las personas más generosas que conozco. Como no encontré hotel libre en Donosti, su novia, gran amiga mía, le preguntó si le importaba que me alojara con ellos y durmiera en una cama supletoria. Paco accedió, a pesar de ser consciente de que la cosa no iba a acabar en trío. Pocos tíos hubieran aceptado. 

Publicado en Las Provincias el 23/09/2011

TORTURAS ANIMALES Y ATROCIDADES SANGUINARIAS

De vez en cuando la realidad te zarandea y te recuerda lo brutal, bárbaro y asqueroso en que puede convertirse el ser humano. El pasado viernes disfrutaba de una de esas divertidas noches en las fiestas de un precioso pueblo de la costa castellonense. Verbena a la orilla del mar, copas a precios populares y la lista al completo de grandes éxitos de todas las épocas con la que nos torturó la orquesta de turno. Empezó siendo una gran noche, pero a las 4 de la mañana la música paró y el pueblo en masa se dirigió hasta el recinto contiguo en el que una panda de salvajes se disponía a mostrar la crueldad más absoluta ante una indefensa vaquilla. No pude aguantar más de 5 minutos el patético espectáculo y me marché de allí con sentimiento de infinita repugnancia ante lo que acababa de contemplar. 



Hacía mucho que no tenía tales ganas de vomitar ante un comportamiento ¿humano? semejante. La chusma allí congregada estiraba el rabo al animal, proferían toda clase de gritos imbéciles y daba golpes a la aterrorizada res. Imagino que, con esa supuesta demostración de superioridad, intentan suplir su falta de huevos y de alma. Sensible como estoy ante el temita, el martes contemplo perpleja en todos los medios esa atrocidad disfrazada de celebración llamada el Toro de la Vega donde unos trogloditas se ponen cachondos persiguiendo con lanzas a un toro hasta matarlo de la forma más cruel e inhumana que uno pueda imaginar. Todo por pura diversión. Y aún tienen el morro de justificarlo en nombre de la cultura y la tradición. ¿Cómo se supone que vamos a salir de la crisis? Este país jamás conseguirá prosperar hasta que no se termine con este tipo de animaladas. 

Publicado en Las Provincias el 16/09/2011

RUPTURAS VERANIEGAS


Es ya una de esas clásicas noticias con la que los medios de comunicación se repiten cada año por estas fechas. El final de las vacaciones de verano coincide con un incremento en el número de parejas que decide separarse. Ocurre lo mismo tras la época navideña. Por lo visto, no es tarea sencilla convivir con la pareja 24 horas diarias durante tres semanas seguidas cuando lo habitual es verse 3 o 4 a lo largo del día. Si a ello unimos las tensiones que provocan el cuidado de los niños, le añadimos una pizca de familia política y removemos con una cucharadita de lo fácil que es para algunos/as fijarse en la primera tableta de chocolate que asoma por la playa o en el minúsculo tanga de la vecina de al lado, tenemos un cóctel explosivo que suele estallar a principios de septiembre cuando uno de los dos grita aquello de «Ya no te soporto más». 
 
 
 
En las últimas semanas, tres de mis amigas más cercana han pasado a formar parte de esas estadísticas. Cuando recibes la desconsolada llamada anunciándote la noticia, te muestras escéptica y piensas «Es una bronca más. En una semana vuelven a estar juntos, como siempre». Pero pasan los días y la reconciliación se va alejando. Mientras animas a tu amiga también sientes un atisbo de melancolía al pensar en todos los momentos que has compartido con ellos como pareja y que no volverán a repetirse: viajes, cumpleaños, Nocheviejas. Y sin embargo, aunque las veas desoladas ante su reciente ruptura, no puedes evitar que asome a tu cara una media sonrisa al pensar que tus amigas vuelven a estar solteras, como tú, y que por tanto el otoño se prevé mucho más interesante de lo que habías imaginado. 
 
Publicado en Las Provincias el 9/09/2011