Los
seis premios conseguidos en la pasada edición de los Emmy y el hecho de que
destronara a ‘Mad Men’ en estos galardones que reconocen los mejores productos
televisivos en Estados Unidos hizo que me picara la curiosidad. Comencé a
ver ‘Homeland’ alentada por las recomendaciones de amigos de cuyo criterio seriéfilo me fío. He llegado al ecuador de la
primera temporada, y a pesar de algún momento álgido muy puntual, la serie no
me convence en absoluto. Más allá del hecho de que aborde un tema tan complejo
y espinoso como es el terrorismo y la guerra de Irak, no encuentro
verosimilitud en ninguna de las historias que narra. La agente de la CIA Carrie
Mathison no consigue acercarse ni de lejos al detective Vic Mackey de ‘The
Shield’ en cuanto a chanchullos y maldades varias. Lo que hacía él sí que era
rebasar todos los límites legales y morales sobre la faz de la tierra.
A los
personajes de ‘Homeland’ les falta algo, quizá un poco de esa complejidad que
desbordan los protagonistas de la sublime ‘Mad Men’. Y desde luego,
nunca, jamás, ninguno de los actores de esta serie le llegará a la suela del
zapato a Bryan Cranston y a su magistral interpretación de un profesor de
química desesperado por salvar a su familia en la soberbia ‘Breaking Bad’. La
considerada como serie del año tampoco me traslada hasta esa atmósfera fangosa
y pestífera que destila ‘Deadwood’ desde el minuto uno ni tampoco
consigue que me adentre en esa trama asfixiante aderezada con humor negro con
que llenaba mis noches la familia Fisher en ‘A dos metros bajo tierra’. A
pesar de todo seguiré viéndola, por si me da una sorpresa, aunque hace tiempo
que dejé de creer en los milagros navideños.
Publicado en Las Provincias el 28/12/2012