Entre los sustos que nos está dando la prima de riesgo, la velocidad
con la que se mueren nuestros bosques pasta de llamas y recortes y el SOS de
esta nuestra Comunidad para que nos presten 3.500 millones de euros dilapidados
en el pasado en competiciones deportivas, edificios faraónicos coronados con
trencadís y visitas papales, noto que me falta el aire y que también yo
necesito que me rescaten. En lugar de pedirle ayuda al Banco Central Europeo,
prefiero evadirme de la realidad y refugiarme en los brazos de un hombre. No de
uno cualquiera, sino de EL Hombre. Me sumerjo de nuevo en los inicios de esa
deliciosa serie llamada Mad Men y vuelvo a caer en la red de un Don Draper cuyo
atractivo y misterio después de cinco años de emisión sigue intacto.
En el
segundo capítulo de la primera temporada, el personaje al que de vida Jon
Hamm medita, copa y cigarrillo en mano, acerca de esa gran cuestión existencial
que ha sobrevolado la mente de todo hombre: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?
No, señores. Es algo de mucha mayor trascendencia. “¿Qué quieren las mujeres?”
Observo y pregunto a las señoras y señoritas que tengo a mí alrededor para
tratar de hallar respuesta a tan compleja pregunta. Formar una familia,
conseguir un buen trabajo, mantener la misma figura que a los 20, encontrar el
amor de mi vida… Aspiraciones hay tantas como mujeres en el universo. Sin
embargo, encuentro un objetivo que es común a todas y cada una de las féminas
que conozco y que se reduce a algo muy simple: poder comer todo lo que queramos
sin engordar. ¿Imposible? Tal y cómo va el país, puede que no estemos lejos de
conseguirlo. Por el hambre que vamos a pasar.
Publicado en Las Provincias el 27/07/2012