viernes, 15 de abril de 2011
La miserable atracción hacia lo gratuito
Por una camiseta gratis, se mata. En sentido metafórico. Nos lo contaba el profesor al principio de la clase mientras los alumnos soltábamos risitas de desprecio ante aquellos que adoptan la mísera actitud de acaparar el chusco regalo sea cuál sea. Hablábamos de los juegos que se insertan en la publicidad para atraer posibles clientes y de los regalos, casi siempre cutres, que nos ofrecen bancos, compañías de telefonía, páginas web o marcas de bebida.
Olé por el optimismo español
Los españoles solemos participar de la malsana costumbre de despreciar nuestro carácter, subestimar nuestro potencial y ensañarnos con esas particularidades del temperamento patrio que hacen a este país different. Como siempre nos hemos creído la fea del baile en ese mosaico llamado Europa, nos cuesta sobremanera ensalzar aquellas virtudes que, a pesar de lo que diga Pérez-Reverte, forman parte de nuestro ADN. Hace falta que venga alguien de fuera para recordarnos que no somos tan malos, ni tan raros, ni tan holgazanes como nos gusta proclamar.
Mis amigos del parque
Toda mi vida he deseado tener una pandilla. Uno de esos grupos que los fines de semana quedan por norma a tomar el aperitivo, van a casas rurales los puentes, celebran los cumpleaños y pasan las Nocheviejas juntos. Nunca lo he conseguido, aunque si de algo puedo estar orgullosa es de contar con una gran cantidad de buenos amigos, que sin embargo pertenecen a ámbitos muy diferentes: la infancia, el colegio, la Universidad, las empresas por las que he pasado. Siempre amistades imperecederas con las que me iría hasta el fin del mundo pero dispersas entre sí.
Señoras que no llevan bragas
La relación de las mujeres con nuestra ropa interior puede ser de difícil comprensión para el género masculino. De niñas anhelamos llevar nuestro primer sujetador a pesar de la ausencia de algo que sujetar. Cuando la adolescencia soñamos con que nuestra madre nos compre esas braguitas de marca y no las del pack de tres con dibujos infantiles. Durante la juventud pasamos horas buscando ese conjunto perfecto que una vez puesto nos haga sentir como una diosa ante nuestra pareja. Un esfuerzo carente de todo sentido ya que en el 99% de los casos, el afortunado destinatario no tardará más de dos segundos en arrancar la lencería del cuerpo femenino.
Entradas más recientes
Entradas antiguas
Inicio
Suscribirse a:
Entradas (Atom)