viernes, 27 de enero de 2012

MENOS AVIONES Y MÁS TIRITAS

Durante el año que viví en Estados Unidos tuve que someterme a una intervención quirúrgica no demasiada complicada. Pasé solo dos noches en el hospital, pero cuando me enviaron la factura, la cuenta ascendía a unos cuantos miles de dólares. Exactamente a alrededor de dos millones de pesetas de la época. Cantidad que pagó el seguro que, gracias a Dios, te obligan a contratar antes de marcharte a estudiar al país. Es la única vez que he tenido un seguro médico privado. En España, cuando he tenido algún problema, siempre he acudido a la sanidad pública y en todos los casos he salido satisfecha, tanto por los resultados obtenidos como por el trato recibido.

Escribo esta columna desde el Hospital General de Castellón, donde he pasado toda la semana visitando a mi padre. He visto la entrega y amabilidad de médicos y enfermeras que hacen todo lo posible para que la estancia de los enfermos y sus familiares sea lo más llevadera. He vivido en primera persona como al cirujano responsable de operarlo, después de 7 horas de intervención, lo llamaban a su casa y volvía rápidamente para encerrarse 4 horas más en el quirófano. Es a este tipo de profesionales a los que más afectarán los recortes anunciados por la Generalitat, que con los 440 millones de euros que pretenden ahorrar en sanidad, intentarán tapar parte del agujero provocado al dilapidar nuestro dinero. Eso sí, Castellón tiene un aeropuerto sin aviones y una estatua faraónica de un tipejo que probablemente nunca tenga que acudir a un hospital público porque con la pasta que se ha embolsado, jamás tendrá problemas para pagar al mejor especialista yanqui. Y todavía se preguntan por qué estamos desencantados de la política.



Publicado en Las Provincias el 27/01/12

viernes, 20 de enero de 2012

LA TABLET DE MI PADRE

La prensa escrita tiene los días contados. Es la cantinela que he venido escuchando desde que comencé la carrera de Periodismo hace ya 14 años. Yo, que siempre me sentí alejada de las teorías apocalípticas, nunca di crédito a tal afirmación. De igual forma que la aparición de la televisión no acabó con la radio, jamás pensé que Internet desbancaría esa deliciosa sensación que me produce saborear las historias que me brindan cada día los periódicos. No puedo imaginar un fin de semana, sentada en una terraza al sol y acompañada de una cerveza, sin que se desplieguen ante mí la radiografía de un mundo demasiado complicado para prescindir del análisis que hacen mis colegas periodistas.

Y sin embargo, puede que deba empezar a replantearme hacia donde se dirige el periodismo tradicional. Mi padre, un ávido lector de los periódicos de toda la vida, responde a la perfección a la definición de cibertarugo. Jamás ha buceado en Internet, no tiene muy claro que son Google y Facebook, y ni siquiera se ha aventurado nunca a mandar un SMS a través del móvil. Pero, quizá intuyendo lo que esta por venir, me ha pedido que le regale una tablet para leer la prensa. Al principio creí que se trataba de un capricho y no le hice mucho caso. Pero sigue insistiendo, dice que va a aprender, no sé si por temor a que algún día no muy lejano su lectura diaria se interrumpa o porque quiere adaptarse a los tiempos que corren. Yo, que sigo resistiéndome a sustituir el tacto del papel y el olor de la tinta por una aséptica pantalla, he decidido claudicar y lanzarme al ruedo. Eso sí, con infinita tristeza al constatar que aquella profecía que mantienen muchos no se encuentra tan alejada como pensaba.



Publicado en Las Provincias el 20/02/12

viernes, 13 de enero de 2012

CURVAS PELIGROSAS


He seguido estos días con interés en el muro de un amigo de Facebook  un curioso debate en el que el tema a tratar no era otro que la proporción y embrujo del trasero de Christina Hendricks, esa actriz que da vida a la sensual secretaria pelirroja de la serie Mad Men y que ciñe vaquero como nadie en la portentosa “Drive”.  Esta diosa con piel de alabastro, mirada de acero y cabello incandescente gasta unos atributos, tanto en su parte frontal como en la posterior, generosos, epicúreos y de una voluptuosidad que deja a la altura del betún a cualquier bicho palo famélico que desfila por las pasarelas de Nueva York.   Entre el casi centenar de comentarios que generaron las nalgas de la Hendricks, hubo opiniones, como suele ser en estos casos, para todos los gustos. Algunos,  los menos, no se sentían atraídos por el canon de belleza rubensiana y apuntaban que la chica estaba gorda. “¿Gorda? Querrás decir bien proporcionada” contestaba otro de los participantes en la tertulia virtual, con los colmillos bien afilados. 



Después de leer lo que manifestó la mayoría, me alegró el constatar que todavía quedan muchos hombres a los que les gustan las mujeres de verdad, aquellas que nunca rechazarían una buena cena, con sus entrantes, su segundo, su postre y su vino, solo para mantener la línea e intentar alcanzar esa figura imposible con que los dioses han bendecido solo a una minoría. Las carreteras rectas son aburridas, monótonas  y  producen somnolencia, mientras que las curvas peligrosas suelen provocar en el conductor un subidón mucho más interesante. Aunque solo sea porque hay que buscar donde agarrarse.

Publicado en Las Provincias el 13/01/2012

viernes, 6 de enero de 2012

DIOS ESTÁ EN LOS DETALLES


Postrado en Social Media.  Postrado, participio del verbo postrar. Es lo que rezaba uno de los currículum recibidos estos días en mi empresa que pretendía optar a un puesto de trabajo vacante. El candidato se había olvidado de incluir la letra g, con lo que en lugar de indicar que había completado un ciclo de estudios de especialización tras su graduación o licenciatura, lo que daba a entender, según la definición que hace la RAE de este verbo, es que estaba rendido, humillado o enflaquecido por el a menudo proceloso mundo de los medios sociales. Imagino al susodicho de rodillas ante el yugo de Facebook o bajo la dominación del pajarillo azul de Twitter. Tampoco nos inspiró demasiada confianza otro de los currículum en el que se decía que tenía nociones avanzadas de Youtube. A la gigantesca plataforma de vídeos de bebés haciendo el mono, cachorros con comportamientos humanos y leñazos a tutiplén, la  candidata se refería como  “You tuve”.   Puede ser un lapsus. A todos nos puede pasar, pero en estos casos, la primera impresión es determinante. 

No me gustan los formalismos y admiro la creatividad y la originalidad en estas cartas de presentación. Dependiendo del puesto al que se opte, uno se puede permitir algunas licencias, pero mandar un currículum para un puesto de técnico en marketing online, en el que se indique bajo el epígrafe de “Experiencia laboral” que actuó de  gogó en las fiestas de su pueblo, tampoco me parece demasiado adecuado. Ciertas cosas pueden omitirse y en otras hay que afinar, y más teniendo en cuenta como está el mercado. Lo dijo el arquitecto alemán Mies Van der Rohe, Dios está en los detalles. Sí, pero el demonio también. 


Publicado en Las Provincias el 06/01/12