Querido/a vecino/a que el sábado
pasado decidió llamar a la policía y arruinarnos la mañana. Creo que no sabe,
dada la nula sensibilidad hacia cualquier tipo de manifestación artística que le
presupongo, que el pasado fin de semana se celebraba en todo el mundo el
Día de la Música. Muchos rincones, plazas y locales de Valencia se llenaron de
las melodías y ritmos de músicos y bandas, algunos profesionales aunque la
mayoría amateurs. Buena parte de estos conciertos son gratuitos, y como en esta
nuestra ciudad no abundan los eventos culturales de calidad y menos sin pagar,
una agradece a estos artistas que le alegrasen un rato la existencia. Me cuesta
creer que a la una de la tarde de un sábado, un chaval con una guitarra y un
amplificador y un auditorio que no sobrepasaba las 40 personas, le molestásemos
hasta el punto de tener que llamar a las autoridades. Imagino que el resto de
la historia ya la conoce.
Después de que la policía
amonestase al dueño del bar y le obligase a concluir con la serie de conciertos
que había programados hasta las 14:30, uno de los músicos salió a la calle de
forma espontánea y siguió tocando enfrente del garito ante un público el doble
de entregado que aplaudió y silbó al final de cada tema con mucha más intensidad
que antes de su llamada a la policía. Vitoreábamos al músico, pero nuestro
volumen aumentó sobre todo para fastidiarle a usted, vecino/a incomprensivo/a, todo
lo posible. Deseo profundamente que le incomodásemos al máximo. Ahora ya lo
sabe, si nos obligan a cerrar la boca, algo se nos ocurrirá para continuar haciendo
ruido, o música o lo que sea, con más fuerza e intensidad que antes. Me despido
no sin antes desearle que algún día tenga como vecinos a una banda de heavy
metal. Sinceramente suya.
Publicado en Las Provincias 28/06/2013