viernes, 27 de febrero de 2015

PREOCUPACIONES MASCULINAS





Que el cerebro de hombres y mujeres, a pesar de ser anatómicamente similar, funciona de manera diferente nadie lo niega. Sin entrar en los manidos tópicos que alimentan la aburrida guerra de sexos, numerosos estudios confirman que las conexiones neuronales de ambos son completamente distintas. Durante el embarazo de una mujer, es habitual que las hormonas se revolucionen y alteren nuestro comportamiento a lo Dr. Jekyll y Mr. Hyde.  En estos nueve meses se cruzan por nuestra mente pensamientos y preocupaciones de lo más variopinto, especialmente si una es primeriza. Desde la lógica inquietud de si el bebé nacerá sano a otros temas de mucha menor relevancia como pensar que a partir de ese momento serás tú la que tendrás que pelarle la fruta a tu niño, con la pereza que te da. De entre los asuntos tontos que hablamos entre nosotras en esta etapa está la aparición de estrías o el tono de la pared del cuarto del bebé.


A los hombres, sin embargo, hay otro tema que les quita el sueño. En el trabajo de mi novio hay un baby boom.  Seis de los hombres que trabajan allí serán padres en los próximos meses. Según me cuenta, una vez concluida la primera fase de alegría y felicitaciones, el principal asunto de conversación entre ellos versa sobre la disminución generalmente drástica en la frecuencia (y reconozcámoslo, también la calidad) de sexo con su pareja.  Pero además, se sienten desconcertados ante el descenso de lívido que experimentan en una jugada maestra que la naturaleza nos concede y se preguntan acerca de ese mito de la embarazada ardiente que tanto ha calado en el imaginario masculino. Al menos, al confirmar que no están solos y su situación es compartida por el resto, parecen quedar algo aliviados. Ya saben, mal de muchos…



Publicado en Las Provincias el 27/02/15

viernes, 20 de febrero de 2015

PAREJAS PEREZA


Durante el colegio, uno va moldeando su grupo de amigos, normalmente de su mismo sexo, en base a unos criterios más o menos subjetivos. Ser compañeros de pupitre, jugar en el mismo equipo o vivir en el portal de al lado puede crear lazos indestructibles. Vas creciendo y en el instituto te sueles juntar con gente que te es afín. Adoráis el mismo grupo de rock o frecuentáis lo mismos garitos nocturnos. En la facultad, la diversidad es la norma. Formas parte de una pandilla heterogénea con la que solo tienes en común ciertas asignaturas y vuestra afición por el alcohol y las fiestas universitarias. Pasa el tiempo y te enamoras. La seriedad y el compromiso de tu relación suelen ser inversamente proporcionales a los amigos que dejas por el camino. Es entonces cuando tu círculo comienza a menguar y empiezas a quedar solo con otras parejas.  

El problema de las parejas de tus amigos es que son ellos quienes las eligen sin consultarte, por lo que existe una gran probabilidad de que te aburran. Son las parejas pereza. Dúos con los que no puedes evitar quedar de tanto en tanto pero que te provocan somnolencia. Las parejas pereza siempre hablan de ellos mismos en plural, uno suele acabar las frases que empieza el otro y su conversación se centra en lo maravilloso de la maternidad/paternidad y en los pelmas de sus hijos. Su vida no te interesa lo más mínimo, pero por la amistad que te une con una de las partes, tienes que quedar con ellos de vez en cuando. Nunca se emborrachan ni pierden los papeles y su identidad individual queda anulada en pos de la pareja, que siempre parece mantener una relación sin sobresaltos.  Por cierto, una pareja pereza nunca es consciente de que su doble presencia da ganas de bostezar. ¿Seremos mi chico y yo la pareja pereza de alguien?
Publicado en Las Provincias el 20/02/15

domingo, 15 de febrero de 2015

UMA Y EL VAGABUNDO





Le he visto varias veces mientras volvía del trabajo. Parado frente al pequeño espejo de la cabina de fotos de carnet que hay en la puerta de la autoescuela, se mira y con un peine al que le faltan varías púas trata de poner en orden la maraña de mugre en la que se ha convertido su pelo. Me infunde ternura ver esa estampa en la que el vagabundo de mi barrio, con su chaqueta roída, su pantalón lleno de manchas y sus uñas negras se preocupa, además de por recoger unas monedillas, por su desaliñado aspecto. Intentando recomponer su deteriorada imagen, este señor busca recuperar una pizca de una vida pasada, más digna, menos cruel. La apariencia y el aspecto físico son importantes, sobre todo para sentirse bien con uno mismo, sin embargo se ha instaurado una tiranía en la sociedad donde la belleza y la delgadez tienen más éxito que el talento y la inteligencia.
Parecía que la misma razón por la que el vagabundo de mi calle se adecenta, pero a otra escala a miles de años luz, había arrastrado a la actriz Uma Thurman a estrenar cara nueva esta semana. Una práctica que llevó a René Zellweger a transformar sus facciones hace poco y a Mickey Rourke a destrozarse directamente la cara. La señorita Thurman sorprendió a todos en el estreno de su última serie con un rostro irreconocible que hizo correr ríos de tinta y enfureció a sus fervientes fans. Sin embargo, ayer su maquillador explicó que la transformación había sido solo efecto de un nuevo maquillaje que él definió como “chic parisino natural”, imagino que para descojonarse del personal. ¿Acción de marketing para promocionar la serie? ¿Bromita de la actriz para poner de manifiesto esa dictadura de la imagen? Sea como sea, me alivia comprobar que la Mamba Negra envejece con elegancia. Al menos de momento.
 Publicado en Las Provincias el 13/02/2015


viernes, 6 de febrero de 2015

VAROUFAKIS, MON AMOUR


Porte recio, cuello potente de boxeador, cabeza rapada a lo Bruce Willis, labios carnosos que saben cuándo sonreír o infligir rictus grave y una mirada seductora que rezuma seguridad y domina a la perfección. Comencé a fijarme en él días después de las elecciones griegas cuando una amiga que tiene como biblia el ‘Hola’ y está enganchada a Gran Hermano VIP me comentó si había visto cómo estaba el nuevo ministro de Finanzas griego.  Sorprendida por su repentino interés en la deriva de la política internacional, busqué en Google a Yanis Varoufakis, el hombre que en menos de dos semanas ha desbancando al líder de Syriza, Alexis Tsipras, de la primera línea. No está mal, pensé, aunque no es mi tipo.

No lo era hasta que vi en las noticias el duelo que mantuvo Varoufakis con el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem tras su primer encuentro y claro, caí rendida. “No reconocemos a la Troika como interlocutor”, dijo el ministro con voz firme ante la cara de panoli de su homólogo holandés. Como un héroe mitológico de su Grecia natal que desciende de su caballo desatando la ira de los dioses, Varoufakis llegó a la reunión montado a lomos de su Yahama de 1300 cc, sin escolta ni corbata. Desde entonces, el ministro se ha transformado en Superman, Leónidas o en Terminator en los numerosos montajes que se han hecho de él en Internet. Acostumbrados como estamos a las adulaciones entre políticos, reconozco que ese desafío directo al poder establecido y esa provocación de chulo del barrio, me resultó de lo más sexy. Trato de imaginarme quien ocuparía su lugar en una hipotética victoria de Podemos y no lo consigo. Ni Errejón con esa cara de colegial empollón ni las poses de Monedero conseguirán nuca rozar al sexappeal que desprende el superministro griego.

Publicado en Las Provincias el 6/2/2015