Ni he participado nunca ni conozco a nadie cercano que milite activamente
en movimientos o plataformas ciudadanas como Salvem L’Horta, Salvem el Botànic
o el todavía vigente Salvem el Cabanyal. Mi falta de implicación en estos
asuntos no ha sido debido a falta de interés por las causas que defienden, que
considero loables, sino simplemente porque no me tocaban de cerca. Imagino que si mi vivienda fuera una de las
afectadas por los derribos del barrio marinero, me habría movilizado en contra
de lo que hubiese considerado injusto. Estos días hemos sabido que el Instituto
Noos presentó en 2005 un proyecto que pretendía convertir el Parque Natural dela L’Albufera en una “Villa Olímpica”.
Una salvajada que incluía 200.000 m2
de edificabilidad, 1.200 amarres, y más de 3.000 viviendas que hubieran causado un grave
deterioro a la fauna y flora del Parque.
Estoy segura de
que si el proyecto hubiera salido adelante, los que por unas causas o por otras
estamos ligados al paisaje que inmortalizara Blasco Ibáñez en su célebre “Cañasy Barro”, habríamos desenterrado el hacha de guerra para evitar que se
materializara esta barbaridad. Mi buen amigo Marcos vive desde hace años en una
zona privilegiada, una casa a orillas del lago, rodeada de agua y arrozales.
Todos los veranos salimos alguna tarde a pasear en su barca de madera por las serenas
aguas de la Albufera. La primera vez que
disfruté de esta maravilla recuerdo que pensé que los vericuetos que enmarcan
este espacio natural no tenían nada que envidiar a cualquier postal exótica de Camboya
o Vietnam. No tengo ninguna duda de que
mi amigo hubiera encabezado el comando para salvar la Albufera. Y sospecho que
no hubiese sido un movimiento precisamente pacifista. Por suerte, alguien de la
Administración debió darse cuenta a tiempo del desatino que supondría ahuyentar
a patos, garzas, anguilas y samarucs y sustituirlos por sofisticadas embarcaciones
último modelo para el uso y disfrute de unos cuantos ricachones. Que los políticos
hubiesen intentado robarnos también las espectaculares puestas de sol de la
Albufera, habría sido lo último.
Publicado en Las Provincias el 24/03/2013