jueves, 23 de septiembre de 2010

Mi perro se ha comido a Bécquer

Todavía no me explico bien cómo, pero hace un mes entró en mi vida un nuevo ser. Se llama Blues, lleva en este mundo tres meses y en principio iba a ser un boxer. El problema es que su madre era un poco suelta y se la pegó a su padre (boxer auténtico) con algún otro can de raza desconocida.  A los pocos días de recogerlo, su madre se murió. Por eso y por ser hijo bastardo, creo que ahora le quiero más.


Nadie me obligó a acogerlo, aunque realmente, no pensé detenidamente en las consecuencias.  Las primeras semanas me engañó portándose de forma ejemplar. Pero desde hace días ha mostrado su verdadero carácter. Es un cabrón.

Cuando llegué ayer a casa, el hijo de perra me había destrozado dos libros antiquísimos de mi abuela a los que me unía un gran valor sentimental. Uno es una  antología poética de Juan Ramón Jiménez, edición de 1933, el otro, las obras completas de Bécquer. Este último lo ha reventado tanto, que no he conseguido encontrar  ni siquiera el año de publicación. No ha dejado ni las tapas de cuero.  Anoche me pasé una hora intentado recomponerlos. Fue en vano.

Esto es una muestra de lo que hizo.


Pensaba que tener un perro era mucho más fácil que tener un hijo. Ahora me doy cuenta de que no. Los bebés son un coñazo, pero los perros más

1 comentario:

  1. Hola, sólo te oy un consejo: paciencia. Después de tener muchos perros sé que estas maldades se quedarán como anécdotas. Disfruta de tu perro.

    Llego a este blog por Blog on the rock. Me gusta.
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    Un saludo,

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