viernes, 3 de septiembre de 2010

Camino de Santiago (Segunda parte)


DIA 2. Los primeros pasos. (1ª Etapa. Sarria-Portomarín 22,4 km.)

A las 6’00 de la mañana toca diana. Somnolientas y torpes, intentamos no olvidar nada en la habitación que a esas horas aún permanece a oscuras. Vestidas ya de montañeras buscamos un bar para desayunar mientras intentamos acordarnos de todos los consejos que nos han dado durante las últimas semanas y nos damos los últimos retoques: vaselina en los pies, nivelar la mochila, etc.

A las 7’10 comenzamos a andar. Los primeros kilómetros se me hacen un poco raros. Me parece un poco absurdo caminar durante cinco días lo que en coche se hace en algo más de una hora, ¿para qué? ¿Cuál es la finalidad? Cuando no llevamos ni cinco minutos andando se me rompe el bastón, por supuesto debido a mi inexperiencia en la utilización de este tipo de utensilios. El paisaje es muy bonito. Prados amplios, campos de maíz y monte del que no estamos acostumbradas a ver. Sale el sol por el horizonte. Una imagen para recordar.

Después de andar una hora, compramos frambuesas a una lugareña. También tiene palos y bastones y me hago con uno, dudo entre uno rústico de auténtica peregrina de antaño pero finalmente opto por la comodidad y ligereza que ofrece la tecnología del presente. Continuamos hasta llegar a un bar donde descansamos y recuperamos todo lo quemado con una bocata gigante de tortilla de huevos recién cogidos y bacon acompañado por dos cervezas. Las raciones son muy grandes en Galicia, y eso, a nosotras dos, nos encanta.



Seguimos con el ánimo alto hasta que unas horas después empezamos a estar hartas de andar. Aún quedan siete kilómetros. Nos duelen los hombros de llevar la mochila y a mí me empiezan a hacer daño los pies. Vemos Portomarín a lo lejos. ¡Está muy lejos! ¿Tenemos que llegar hasta allí? Después de quejarnos durante bastante rato, cruzamos el Miño y subimos triunfales las escaleras que nos llevan hasta este bonito pueblo. ¡Lo hemos conseguido! ¡Primera etapa superada!

El albergue en el que nos alojamos tienen 120 camas. Parece un barracón militar pero está muy limpio y huele a réflex (todos los albergues en los que dormimos huelen a réflex, afortunadamente). Uno de los mejores momentos del camino, además del de la comida, la cena y el almuerzo, es el de la ducha. Después de andar 21 kilómetros con una mochila de más de 8 kilos, darte una ducha es lo mejor que te puede pasar.

Una vez frescas, buscamos una bar para comer y de nuevo, nos ponemos las botas: plato enorme de espagueti y pechugas con exquisitas patatas gallegas. Para mi amiga y para mi, andar tanto es la excusa perfecta para poder comer todo lo que queramos. Reposamos la comida con una reparadora siesta y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo. Hay actuación de bailes folclóricos, de los que mejor no haré ningún comentario. Conocemos a nuestros primeros amigos, unos hermanos mañicos muy majos que llegarán siempre de los primeros en todas las etapas. Unas cervezas después, probamos el caldo gallego y nos vamos a nuestro campamento a intentar conciliar el sueño.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario