lunes, 6 de septiembre de 2010

Camino de Santiago (Tercera parte)


DIA 3. 2ª Etapa (Portomarín- Palas de Rei 25km)

Volvemos a levantarnos sobre las 6’00 de la mañana pensando que seremos de las primeras en comenzar a andar. Cuál es nuestra sorpresa al echar un vistazo a la habitación y comprobar que en la mayoría de las 60 literas ya no queda nadie. Es de noche cuando salimos. Algo que no habíamos tenido en cuenta durante los preparativos es que en los bosques no hay farolas, y toda nuestra iluminación durante los primeros kilómetros es una linterna comprada en los chinos que la verdad no alumbra demasiado. Vamos siguiendo a la gente hasta que se hace de día.

La primera parada técnica es para desayunar, aunque después de casi dos horas andando, yo opto por un buen bocata de jamón con tomate al que le han echado un picante muy sospechoso del que mi amiga intentará pedir explicaciones sin éxito. Empezamos a ver caras conocidas. Comienzan los saludos.

Llevamos buena marcha pero después de recorrer 15 kilómetros, las plantas de los pies me empiezan a arder. Empiezo a estar harta, y todavía quedan 10 kilómetros. Intento no pensarlo, pero es inevitable. Jugamos a decir canciones que contengan la palabra “camino”. No se nos ocurren demasiadas. El cansancio empieza a hacer mella.

Lo bueno del Camino es que cuando te empiezan a fallar las fuerzas, siempre ocurre algo que te hace continuar y hace el recorrido más llevadero. Puede ser llegar a algún punto cercano a tu destino, descubrir un paisaje alucinante, una parada con cervecita incluida o ponerte a hablar con algún peregrino que te contará su historia. Todo vale para olvidarte de lo mucho que te duelen los pies, los hombros, la rodilla o los riñones.

Para mí ese último tramo fue mucho más fácil al juntarnos con un par de chicos, un publicista de Madrid y un probador de coches (si, eso existe) de Barcelona, con los que estuvimos hablando un buen rato y que acabaron siendo inseparables durante el resto del Camino.



Llegamos a Palas de Rei bastante agotadas. Nuestros nuevos amigo se dirigen al mismo albergue que nosotras. Allí conoceremos al resto de la pandilla, dos chicas estupendas también de Madrid con las que pasaremos muy buenos momentos. Después de la ducha revitalizante y las cervecitas energéticas buscamos un sitio para comer. Tardan tres horas en servirnos pero la espera vale la pena. Comemos un arroz blanco con pulpo, chipirones, gambitas, pimiento rojo y cebolla que nos parece increíble, y no solo por que sean las seis de la tarde. Nos reímos bastante durante la comida. Las anécdotas que hemos ido viviendo a lo largo del viaje dan para mucho.

Después de dar una vuelta por el pueblo y acercarnos hasta la iglesia para que nos sellen la credencial, nos quedamos todos charlando un par de horas. Mi amiga y yo nos retiramos a las habitaciones. Me hago la habitual cura de pies y descubro las primeras ampollas, aún son pequeñas pero pueden ser un incordio. Al día siguiente toca la etapa más dura, 30 kilómetros, así que decidimos utilizar el comodín del público y empaquetamos las mochilas en el “mochi-taxi”, un recurso muy preciado por buena parte de los peregrinos con tan solo un coste de 3 euros. Un dinero muy bien invertido.

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario