miércoles, 1 de septiembre de 2010

CAMINO DE SANTIAGO. Agosto 2010 (Primera parte)


Comenzó el mes de julio y el verano no se presentaba nada prometedor. Las de este año iban a ser unas vacaciones tranquilas, caracterizadas por la ausencia total de planes apetecibles y viajes a destinos exóticos. Se me hacía cuesta arriba. Así que cuando una amiga me propuso hacer el Camino de Santiago, me dije ¿por qué no?

La idea siempre me había seducido, a pesar de mi carácter urbanita y mi inexistente afición por cualquier cosa que tenga que ver con el montañismo o el senderismo. Lo organizamos todo en un par de semanas, pedimos prestado todo lo que pudimos y compramos el resto del equipamiento, poniendo especial atención a las zapatillas que nos acompañarían durante los 115 kilómetros que pretendíamos recorrer.

Nunca pensamos que ese viaje improvisado y tan poco planeado se convertiría en una de las experiencias más bonitas que hemos vivido.

Día 1. En la carretera. (Valencia- Sarria. 865 km.)

La emoción ante lo que nos esperaba hizo que las nueve horas de viaje en coche no se hicieran nada pesadas. Y eso que debido a un fallo del GPS (y también a nuestra ignorancia), en lugar de rodear la capital del reino, no sabemos bien cómo, pero de pronto nos encontramos cruzando el centro de Madrid de punta a punta. Estación de Atocha, Paseo del Prado, Neptuno, Cibeles, Gran Vía… Lo vimos todo.

A mitad camino tuvimos nuestro primer percance. Paramos a comer en Medina del Campo, población de Valladolid donde se encuentra el Castillo de la Mota, fortaleza en la que estuvo encerrada Juana la Loca. Bajamos del coche a contemplar el imponente edificio, el termómetro debía marcar alrededor de 52 grados, así que tras las foto de rigor, volvimos raudas al coche ante el riesgo de morir de una insolación. No habían pasado ni cinco minutos pero mi amiga había perdido la llave del coche. Increíble pero cierto... Afortunadamente, mi compañera de fatigas deshizo el recorrido y encontró la llave justo en el puente que cruza el foso de la entrada. ¡¡¡Ufff!!!

En la misma población, y junto antes de parar a comer, un coche estuvo siguiéndonos durante unos kilómetros. Cuando nos detuvimos para ver que querían, los dos chicos de dentro nos invitaban a acompañarles a ver las termas de la localidad. Declinamos su oferta amablemente y nos dispusimos a reponer fuerzas a base de pinchos y cañas.

A punto de llegar a nuestro destino, los últimos 25 kilómetros fueron bastante infernales debido a las curvas serpenteantes, el estado de la carretera y la imposibilidad de preguntar a algún lugareño si la dirección era la correcta. Pero sí que la era, y una ola de felicidad nos invadió al llegar a nuestro punto de origen: Sarria, pueblo de Lugo desde el que comienzan su recorrido muchos peregrinos.

Llevamos el equipaje al albergue. Nuestra primera impresión fue curiosa. A la encargada del mismo parecía que le faltaba algo más de un hervor, además conocimos a una pareja que venía de andar 40 kilómetros y debían estar aburridos de verse las caras porque no dejaron de hablarnos durante un rato considrable. Una vez conseguimos escapar, nos duchamos y fuimos a tomar algo a una terraza. Las imágenes que desfilaban ante nuestros ojos nos hicieron plantearnos nuestro viaje: personas de todas condiciones con los pies destrozados, llenos de vendas, que apenas podían andar, cojeando y con cara de sufrimiento.

¿Eso era el Camino? En ese caso, no creo que durásemos mucho. La última vez que recuerdo andar más de dos horas seguidas creo que fue en las rebajas, tampoco mi amiga era una gran aficionada a los deportes al aire libre y había estrenado las zapatillas el día de antes durante poco más de una hora.

En fin, al menos, teníamos que intentarlo. Pero con un plan B a la vista. Habíamos hablado que si al segundo día la cosa no nos convencía, daríamos media vuelta, cogeríamos el coche y recorreríamos las playas de Galicia, comiendo marisco y caminando lo menos posible.

Después de una buena y abundante cena acompañada de albariño, nos fuimos a dormir. Al día siguiente comenzaba nuestra particular aventura.

CONTINUARÁ...



Autenticas peregrinas novatas


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