viernes, 16 de octubre de 2015

VEROÑO DISTÓPICO




En el espeluznante retrato del futuro que hace George Orwell en ‘1984, uno de los pilares en los que descansa el régimen del estado totalitario en el que transcurre la novela es la implantación de la neolengua. La lengua oficial de la imaginaria Oceanía tiene el objetivo de dominar el pensamiento de la sociedad. Para ello, el vocabulario se reduce al mínimo, se eliminan significados de la mayoría de términos y se crean nuevas palabras, siempre compuestas, que sirven a propósitos políticos, como bienpensar, (ortodoxia), sexocrimen (inmoralidad sexual) o gozocampo (campo de trabajos forzados). Cada vez que leo o escucho a alguien utilizar un término inventado, normalmente formado por la unión de dos palabras, no puedo evitar pensar en Orwell y en su Gran Hermano y en cómo en una sociedad distópica como la que describe el inglés, ellos serían los primeros a quienes lavarían el cerebro.

Esta semana dos personas de mi alrededor han utilizado la palabra veroño para referirse al calor veraniego que hemos aguantado estos días de otoño. Esa gente es la que también incluye en sus frases juernes, viejoven, gordibuena o follamigo. Esa gente que se cree moderna por maltratar el lenguaje. Esa gente a la que yo, que no creo en la violencia, encerraría en una habitación y obligaría a leer el Quijote día y noche hasta que lo reciten de memoria y los pondría después a escuchar en bucle y a todo volumen poemas de Antonio Gala. Solo hago una excepción. Hay unos señores que deberían ser incluidos en los tratados de historia por su aportación al léxico español. Me refiero a los guionistas de Muchachada Nui. El odio que profeso a los que se valen de esas palabrejas se desvanece ante vocablos tales como gambitero, mangurrián, pataliebre o chotifloja. Sillón en la RAE ya.



Publicado en Las Provincias el 16/10/15

1 comentario:

  1. La verdad es que da un miedo terrible ver como detalles de 1984, o de 'Un mundo feliz' o incluso de 'Farenheit 451' se van convirtiendo en realidad poco a poco. Y con esto de la lengua, has puesto un ejemplo precioso.

    Otro puede ser como cada vez la sociedad en sí misma da menos valor a las carreras de letras poniéndolas como algo para segundones. Así no valorar la historia es un pequeño precedente para manipularla, algo que también está ocurriendo ya.

    ¡Un saludo!

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