Adorable, maravilloso, tierno.
Añada a estos adjetivos un ingente puñado de diminutivos, remuévalo con símiles
de frutas (su bebé tiene el tamaño de una mandarina, de una manzana, de un
melón) y aliñe con un buen chorro de interpelaciones, hablando siempre al
lector como si fuera tonto. Solo falta echarle algún que otro ejemplo dirigido
al coeficiente intelectual de una ameba y listo, ya tiene un libro dirigido a
futuros padres. Lo peor es que en muchos casos, estas guías están elaboradas
por reputados pediatras o experimentados ginecólogos y suponen una gran ayuda
ante el millón de dudas que te asaltan. Sin embargo, esa manía de endulzar los
textos con almíbar y colores pastel que viene vinculada a la maternidad merma,
en mi opinión, el valor científico de
las obras. Además, no consigo aislarme de ese tufillo de autoayuda que
desprenden y que me produce sarpullido desde que alguien insistió hace 15 años
en que leyera un libro absurdo sobre unos ratones y un queso.
Existen dos corrientes opuestas en
la crianza del bebé recogidas en las principales lecturas que tarde o temprano
alguien te acaba regalando. Por una parte se encuentra aquella de corte
germánico que apuesta por la disciplina y por dejar que el niño llore, la otra consiste
en todo lo contrario, contacto, mimo y mucha atención al recién nacido. He
escuchado críticas furibundas y halagos desmedidos de algunas de mis amigas hacia
ambas teorías. Desde que el libro que explica la primera postura debería
considerarse terrorismo, estar prohibido y el médico responsable guillotinado,
hasta otras madres que lo consideran dogma de fe y no dejan de repetir que les
ha salvado la vida a ellas y a su matrimonio. Ante tal disyuntiva, me pregunto en
cuál de estos dos bandos militaré. Ojalá exista una tercera vía.
Publicado en Las Provincias el 27/3/2015
Coincido contigo con esa dichosa manía de endulzar la maternidad. Ni blanco ni negro, a rayas. El problema surge cuando chocan con la realidad y creen que el ser madre, empezando por el embarazo y el parto, sólo son palabras. Nada más. Me ha encantado. Gracias Paula.
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