viernes, 17 de abril de 2015

PLANES DE FUTURO




La vida no es una ciencia exacta. Por más que algunas mentes cuadriculadas traten de imponernos ciertos cánones: estudia una carrera, licénciate, trabaja como un burro, escala puestos hasta que te nombren jefe, cásate con una mujer sumisa o un hombre dócil, hipotécate, procrea, prepara la paella del domingo y confórmate con el polvo mensual, paga tus impuestos, compra una televisión último modelo para ver Gran Hermano VIP número 48, y deja que pase el tiempo, sin plantearte nada.  Puede que hasta hace poco, esa fuese la tónica o el deseo de algunos. Pero llegó la crisis y lo puso todo patas arriba. Estudiar una carrera ya no es garantía de encontrar trabajo, hipotecarte no te asegura tener una casa para siempre y el matrimonio hace tiempo que dejó de ser hasta que la muerte nos separe. Lo mejor de los malos tiempos es que la inseguridad heredada ha contribuido a la desaparición de esa existencia guionizada. El abismo da miedo, pero a veces, también atrae.

A los que rondan mi generación nos ha tocado aprender a hacer planes a corto plazo, a buscar soluciones alternativas, a alejarnos de nuestro país, a vivir el presente más inmediato, a pensar de manera diferente y a tirar con lo (poco) que había. Muchos de mis coetáneos sienten que están atrapados en una vida que les es ajena. Recién casados que viven separados a causa del trabajo; parejas que no pueden plantearse tener hijos; amigos que han vuelto a casa de sus padres; amigas que se han acostumbrado a pasar el mes con 100 euros. Por eso cuando la gente me pregunta cuáles son nuestros planes de futuro, ahora que ya somos tres y mi novio trabaja a 350 km. de aquí, me encojo de hombros y trato de quitarle hierro. No sucumbir, improvisar sobre la marcha y resistir. Lo que siempre hemos hecho.


Publicado en Las Provincias el 17/04/2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario