Sábado,
18:25 h. Centro de Valencia. Tras esquivar a una jauría de chiquillos y a sus
madres que en la tentativa de ejercer su autoridad aúllan aún más alto, logramos
comprar las entradas y adentrarnos en una sala cine que roza el cartel de
completo. La película comienza, pero durante los siguientes 15 minutos sigue
accediendo gente al recinto. Primero buscan sitio, molestan a los que hemos
sido puntuales al acceder a la butaca, se quitan el abrigo con el consiguiente
ruido y se apoltronan en su asiento no sin antes dar rienda suelta a ese
chisporroteo sonsonete de palomitas. Estos irrespetuosos espectadores consultan
sus móviles en varias ocasiones durante la película y a alguno además, les
suena. Si tienen suerte, no tendrán que sufrir a un matrimonio que se
pasa las tres horas comentando la película como si estuvieran en el salón de su
casa.
Por
todo ello, si ustedes son de los que les sigue removiendo el diálogo final de‘Blade Runner’, si tienen que revisitar a la familia Corleone con cierta
frecuencia, si les sobrecoge el personaje de Jack Lemmon en 'El Apartamento' y
creen que a Billy Wilder deberían hacerle santo, si lloraron como críos al
final de ‘Una historia verdadera’ y siguen deseando que Rick e Ilsa acaben
juntos, a pesar de conocer de memoria el final de ‘Casablanca’, es decir, si
ustedes aman el cine, no se les ocurra acudir a él durante el fin de
semana. Cuando asomen los títulos de crédito y aunque les haya entusiasmado
lo que acaban de ver, se sentirán embargados por una sensación de profundo
cabreo y jurarán no compartir sala nunca más con aquellos para los que el
cine es un mero pasatiempo. Si quieren ser un poco más felices, viajen fuera de
temporada, paseen por la playa en invierno y desde luego, vayan al cine
entre semana.
Publicado en Las Provincias el 7/2/2014
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