viernes, 21 de febrero de 2014

CADA OVEJA CON SU PAREJA


Las mujeres de mi generación creemos que hemos alcanzado la liberación sexual porque vamos a reuniones tupper sex, porque hablamos de nuestras intimidades de alcoba sin tapujos y porque alguna hasta le ha montado un numerito a su marido después de leer 50 Sombras de Grey, ese bodrio seudoliterario que no era más que una absurda historia de amor camuflada de lo de siempre, el galán que seduce a la inocente muchacha, pero adobado con unos azotes y un poco de cuero negro. Hasta que te das cuenta de que en el fondo seguimos teniendo el mismo pensamiento puritano que nuestras abuelas.  Una buena amiga y yo hicimos hace poco una escapada de fin de semana a una ciudad andaluza. Tomando una copa en uno de los garitos de moda, comenzamos a hablar con un matrimonio madrileño de mediana edad cuyo aspecto no denotaba ninguna desviación de lo que se considera aceptablemente correcto.

Tras un buen rato compartiendo risas e impresiones acerca de la ciudad, nos contaron que llevaban 27 años juntos. Les preguntamos por el secreto de su éxito como pareja. Tras el segundo gin tonic, nos lo contaron. Tal y como de niños, nosotros  intercambiábamos cromos o canicas, ellos preferían participar en encuentros en los que intercambiaban a sus respectivos con otras parejas. Poniendo nuestro mejor semblante de liberales y modernas, y desplegando la curiosidad periodística que ambas llevamos en la sangre, les acribillamos a preguntas. Nos hablaron de sus inicios, de las reglas del juego y de los sentimientos que experimentan. Tanto interés pusimos que al despedirnos insistieron en que les acompañásemos a su hotel. Declinamos su oferta de forma educada y nos largamos al nuestro muertas de risa y reafirmándonos en esa sabia expresión, mejor cada oveja con su pareja. 
Publicado en Las Provincias el 21/02/2014

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