viernes, 8 de noviembre de 2013

LA ERÓTICA DEL PODER

Después de consultar el catálogo en el que se anuncia “una gran selección de productos exclusivos”, mi amiga decide meter en su cesta a un hipster barbudo al que le gustan los gatos, a un rockero de ojos verdes amante de la cocina y a un poeta bohemio con rastas rubias. Ahora solo queda esperar a que los artículos “adquiridos” se pongan en contacto con ella, cosa que sucede prácticamente ipso facto y tras examinarlos vía Internet, quedar con el que más le guste. En esta web solo existe una premisa, son las mujeres las que eligen mientras los hombres permanecen pasivos y esperan ansiosos a que alguna fémina se fije en ellos y los añada al carrito de la compra. Entro en esta nueva red social de contactos para comprobar de primera mano cómo es tratar como ganado a los del sexo contrario y que ellos permanezcan tan contentos.

Al comentarlo con un compañero de trabajo, airado y ofendido por lo denigrante del asunto, me reprocha qué diríamos nosotras si la situación fuese al revés y la web ofertase damas en lugar de caballeros. No hace falta ponerse en el supuesto. Es lo que hemos sufrido las mujeres a lo largo de unos cuantos siglos. Esclavas, sirvientas, mujeres florero, señoritas sumisas,  esposas obedientes, madres entregadas e hijas dóciles que viven por y para los demás… Solo hay que asomarse a la ventana de la Historia y ver que lo de decidir lo hemos tenido vetado hasta hace cuatro días.  Que una mujer pueda entrar en un web y elegir al tío o a los tíos con los que quiere ligar es una gilipollez y ni nos va a hacer avanzar en la igualdad ni tiene ninguna intención de ultraje hacia el género masculino. Solo es adobar el cortejo con un poco de humor y quizás, por un instante, percibir esa erótica del poder que tanto parece embriagar a los hombres.  

Publicado en Las Provincias el 08/11/2013

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