viernes, 27 de septiembre de 2013

ESPLENDOR EN LA HIERBA

Después de mi lugar de trabajo y de mi casa, el tercer espacio donde paso más tiempo es el jardín que tengo cerca de mi hogar. A tres paseos diarios multiplicados por 7 días, calculo que mi perro hiperactivo y yo pasamos allí al menos unas 14 horas semanales. Llevo casi tres años disfrutando del parque y puedo constatar que, como recogía Las Provincias esta semana, los Jardines de Viveros están sufriendo un deterioro que se agrava a la par que lo hace la crisis. A las latas de cerveza y los restos de basura que algunos guarros dejan olvidadas, se une el estado del césped, cuya longitud alcanzaba mi rodilla a la vuelta de verano. Después de que los servicios de mantenimiento podasen esa jungla en la que se había convertido el suelo, me encontré que también había desaparecido uno de esos pequeños placeres por los que todavía no nos hacen pagar.



Descalzarse cuando todavía hace bueno y caminar por el césped recién cortado con ese aroma tan característico es una de esas cosas que todo el mundo debería hacer de vez en cuando.  Pero, quizá debido al ERE en el que están inmersos los jardineros, tras cortar el césped esta vez, no recogieron los restos de hierba en el suelo, con lo que la agradable sensación que te recorría tras la poda ha desaparecido, convirtiendo el terreno es una blandengue y triste manto de plantas muertas.  Como yo también he formado parte de un ERE y sé lo que es ir a trabajar sin cobrar o que te recorten el sueldo por las buenas, entiendo la indolencia de los trabajadores.  Ojalá se arregle pronto su situación para que los niños puedan corretear a gusto, las parejas de enamorados se revuelquen sin sentir asco, los abuelitos sigan tomando el sol tranquilos y los vecinos podamos volver a disfrutar de esplendor en la hierba de entonces.

Publicado el 27/09/2013 en Las Provincias 

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