viernes, 2 de marzo de 2012

VUELVA USTED MAÑANA



Me cuenta un amigo norteamericano lo mucho que le costó abrir el bar del que es propietario en esta ciudad. Aterrizó en Valencia cargado con una mochila llena de ilusión que a punto estuvo de esfumarse debido a las trabas, el papeleo, las licencias y gestiones a los que tuvo que someterse. Afortunadamente se armó de paciencia y hoy en día su bar es uno de los pocos que sobreviven a la crisis. Todos hemos vivido lo farragoso que resulta hacer cualquier trámite cuando está de por medio la Administración o cualquier organismo público, desde cambiar una simple dirección hasta conseguir un certificado de lo más absurdo. Horas perdidas, contestaciones negativas, caras avinagradas y con suerte ese “Vuelva usted mañana” que el Monsieur Sans-délai de Larra tuvo que soportar durante medio año cuando su objetivo era solventar sus diligencias en quince días.
No parece que nuestro país haya cambiado mucho en los más de 170 años que han transcurrido desde que el escritor hiciese célebre la frase.  Pero hay veces que esa demora, ese pasarse la pelota de uno a otro y ese desconocimiento del siguiente paso pueden significar mucho más que un tiempo tirado a la basura. La burocracia a veces puede ser letal.  En mi caso particular, unos papeles que aprobaban el traslado de un hospital a otro pudieron evitar la muerte de mi padre. O quizás no. Eso nunca lo sabré y desde luego no culpo a nadie por ello. Muy al contrario, albergo un agradecimiento infinito hacia todas las personas que se desvivieron por acelerar unos trámites que se alargaron demasiado en el tiempo. Sin embargo, es inevitable no plantearse lo que una simple firma pudo suponer, sobre todo para un mañana, que como dijo Larra, no ha de llegar jamás. 
Publicado en Las Provincias el 02/03/2012

 

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