lunes, 28 de noviembre de 2011

LA DICTADURA DE LAS TELECOMUNICACIONES

Sospecho que soy la española que ostenta el record mundial de haber cambiado más veces de compañía de teléfono en un solo año. Desde el pasado mes de noviembre, he tenido que lidiar con cinco empresas distintas como proveedoras de los servicios de móvil e Internet. Con todas ellas me he peleado. No me considero una consumidora exigente y en la mayoría de casos en los que he visto mis derechos vulnerados, he preferido dejar pasar mi enfado y no reclamar lo que me debían. Y sin embargo, esta dictadura de las operadoras de la que es imposible escapar, está consiguiendo acabar con mi paciencia. Albergo un odio creciente hacia cada una de esas empresas que me hacen perder mi valioso tiempo intentando solucionar los problemas que ellas me crean y obligándome a cabrearme con un señor que esté en la otra punta del mundo y al que intuyo le pagan una quinta parte del salario mínimo interprofesional. 
 
Nos venden la moto con sus spots de jóvenes sonrientes y abuelitos que gracias a su lucrativo servicio pueden mantenerse en contacto con esos hijos que nunca van a visitarlos. Nos prometen flexibilidad, libertad y felicidad al brindarnos las conexiones físicas que consigan esa comunicación de la que nos hemos hechos esclavos por un módico precio. Y nosotros, anestesiados como estamos con nuestros iPhone y nuestras Blackberry, aceptamos sus pésimas prestaciones sin rechistar. Indefensa como me siento, me planteo seriamente si sería capaz de vivir sin teléfono móvil, siendo consciente 100% de que soy una víctima más de la tela de araña en la que nos han atrapado. ¿No sería bonito recuperar la paloma mensajera, el código morse o las señales de humo? Habrá que empezar a pensarlo.
 
 
Publicado en Las Provincias el 18/11/11
 

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