viernes, 14 de agosto de 2015

HOMBRES AL VOLANTE




Entre todas aquellas actitudes propias del género masculino provocadas por el exceso de testosterona, hay una que se lleva la palma por lo irracional, lo inútil y lo absurda. Me refiero a ese comportamiento chulesco y desafiante que un porcentaje muy alto de hombres adopta mientras conduce. Ante cualquier provocación de un conductor agresivo, o ante una maniobra equivocada, sea esta accidental o a propósito, la gran mayoría de los hombres que conozco grita, se enfada, toca el claxon y lanza toda clase de exabruptos acompañados por los aspavientos requeridos (meneo de cabeza, abertura de brazos, mirada asesina y si la cosa aumenta de tono, peineta). Esto suele ir unido a la clásica demostración para ver quien la tiene más larga que se traduce en adelantamientos arriesgados, frenadas o pisada de embrague y exceso de acercamiento con el coche con el que se tiene el conflicto.


Parece como si al montar en el automóvil, emerjan las reminiscencias del troglodita que todo hombre lleva dentro. Ese que hace que se nuble todo atisbo de entendimiento. Lo he comprobado con amigos, ex parejas y compañeros de trabajo. Hasta el tipo más pacífico del universo, ese que siempre huye del conflicto y nunca pone una mala cara, se convierte en un sádico Mr. Hyde en cuanto se abrocha el cinturón de seguridad. El problema radica en que nunca se sabe el nivel de salvajismo de la otra parte y cómo esta reaccionará ante la afrenta. Conozco dos casos recientes que terminaron uno en el hospital y otro directamente en la cárcel. Si además, amigos conductores, os dierais cuenta de lo que nos repugna a las mujeres que vamos de copiloto esta demostración de bravuconería y violencia gratuita, quizás os lo pensarais un poco. Habrá que cambiar el dicho. Hombres al volante…

Publicado en Las Provincias el 7/8/2015

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