viernes, 24 de julio de 2015

RUIDOS FAMILIARES




No te das cuenta de lo ruidosa que es tu familia hasta que no viene alguien de fuera que hace que los veas con otra mirada. Hablo de familiares en segundo grado, tíos, primos, sobrinos. Aquellos con los que coincides tres o cuatro veces a lo largo del año, en Navidad y en alguna otra celebración. Esta semana vino a visitarme una amiga a la casita de la playa donde paso las vacaciones. La casa, rodeada de olivos, almendros y algarrobos está dividida en varias viviendas con un jardín común. Mi amiga, profesora de yoga, vegetariana y amante del silencio venía buscando la paz que la ciudad te niega. Necesitaba escuchar el rumor del mar y la serenidad del viento, me dijo. Cuando llegó, los familiares que ocupan las casas contiguas acababan de desembarcar. Y lo habían hecho con toda la artillería. 

Uno pasaba el cortacésped mientras otro lijaba una mesa y alguien podaba las ramas de los árboles con la motosierra. El bricolaje estaba amenizado por los grandes éxitos de las última década que sonaba en la radio a todo volumen, sustituidos un poco más tarde por los vinilos del viejo tocadiscos, desde Raimon a Pink Floyd. Luego, como cada noche, se juntaron todos en ese ritual sagrado que es la tertulia para hablar de lo de siempre: Grecia, Pablo Iglesias y el PP. A grito pelado. Mi amiga me puso una excusa y se marchó al día siguiente. Huía de lo que para ella era un incomprensible barullo. Es cierto, son ruidosos, pero te reciben siempre con los brazos abiertos, un plato en la mesa y la copa llena. Te acogen, te protegen y te ayudan. Darían un brazo por ti si fuese necesario. Tienen alma de marinero y el volumen en la voz de los piratas que se han excedido con el ron. Puede desquiciar tanto decibelio, pero para mí ese alboroto significa una cosa: vida.

Publicado en Las Provincias el 17/7/2015


1 comentario:

  1. Así es Paula y..por muchos años. Ya encontraremos otros sitio para el yoga

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