viernes, 16 de enero de 2015

EL HOMBRE O LA MÁQUINA



Al comienzo de ‘Blade Runner’, vemos a un trabajador de la Tyrell Corporation haciendo preguntas al personaje de Leon para tratar de averiguar si es o no un replicante. La prueba se basa en un test ficticio que intenta trazar un perfil psicológico del posible androide con ayuda de una máquina que mide su empatía y la variación de ciertas funciones corporales. Me acuerdo de esa escena mientras leo el resultado de una investigación llevada a cabo por las Universidades de Cambridge y Stanford que explica cómo un ordenador, basándose únicamente en los me gusta que una persona hace en Facebook, podría dibujar su perfil psicológico mucho mejor que sus amigos o familiares. Con algo más de un centenar de me gusta, el ordenador lanzaba un juicio acerca de la personalidad del usuario más acertada que la de su propia madre. Con 300 de esos ‘likes’, la máquina conseguía saber más cosas que su pareja. 

Da un poco de miedo imaginarse un futuro no muy lejano en el que seremos juzgados por un ordenador a través de un algoritmo y una serie de datos que la mayoría hemos dejado en las redes sociales de forma inconsciente. Pienso en algún contacto que tengo en Facebook que podría pasar por un pervertido o algún tuitero al que sigo que no sería difícil catalogarlo como un lunático. Las máquinas fallan y se equivocan, dirán los tecnófobos, sin embargo, son los errores humanos los que causan mayores desastres. Piensen en el juez que emite una sentencia incorrecta, en el abogado que olvida presentar un papel, en el mecánico que coloca mal una pieza del coche o el cirujano que no es preciso en la mesa de operaciones. Visto lo visto, ante el dilema del hombre o la máquina, me inclino por estas últimas, si no fuera porque  es el ser humano el que las crea y las controla. 

Publicado en Las Provincias el 16/07/2015

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