viernes, 19 de diciembre de 2014

TÓPICOS PARA GESTANTES

De todas las situaciones comunes que viven muchas mujeres, el embarazo me parece, sin duda, una de las que más se prestan a toda clase de tópicos, frases huecas y consejos no demandados. Especialmente si eres primeriza, todo tu alrededor, tu tía la monja incluida, te ofrece sabias lecciones que pretenden ayudarte en ese maravilloso estado de espera que se le supone a la gestación. Desde el trillado “lo importante es que venga sano”, hasta el “ahora sí que te va cambiar la vida” de alguna amiga que te lo recuerda cada vez que te ve, pues ella ya lleva tres años pringada, hasta el graciosillo que te pregunta por el nombre del bebé y te aconseja llamarle como él. De este tipo suele haber un par cada semana. Por otra parte están las amigas psicokillers de la maternidad que te bombardean de información y te sugieren que desde ese momento, debes vivir los próximos nueves meses con similar intensidad a los éxtasis de Santa Teresa de Jesús.
Tú intentas explicarles, casi con sentimiento de culpa, que las experiencias místicas de las que ellas te hablan, no las estás experimentando igual. Las dificultades para dormir, los dolores de espalda y el ardor de estómago, los picores cutáneos, el hecho de no poder comer ni beber lo que te apetece y el canguelo por lo que se avecina no te dejan ver la poesía del asunto. Ello a pesar de estar atravesando un buen embarazo. Pero de todas las frases vacías que he tenido que escuchar durante estos seis meses, hay una que se lleva la palma. Dado que salgo de cuentas a final de marzo, cada vez que alguien me pregunta cuando me toca, he de escuchar de boca de mi interlocutor, el término “un falleret”. Me pone enferma. La próxima vez que me lo digan, no respondo de mis actos. Le echaré la culpa a las hormonas.  Avisados quedan. 


 Publicado en Las Provincias el 19/12/14

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