viernes, 27 de junio de 2014

LUGARES COMUNES



Nuestras conversaciones, y por tanto, también nuestra existencia, están repletas de lugares comunes. Son frases hechas, expresiones comodín y sentencias tan vapuleadas por el uso que se aceptan sin cuestionar su significado. Nos hacen la vida más fácil y la convivencia con el resto más amable, pero encierran ideas heredadas, generalidades banales o simplezas absurdas y huecas que nos impiden reflexionar con claridad y hacen asomar nuestra ignorancia. El paso del tiempo, ese ente abstracto, es muy dado a este tipo de citas descafeinadas. Dos ejemplos claros, “el tiempo pone a cada uno en su sitio” y “el tiempo lo cura todo”.  Mentira podrida. Por desgracia, el mundo está lleno de sinvergüenzas que viven sin la menor desdicha hasta el último día y el espíritu está salpicado de heridas que nunca acaban de cicatrizar, por muchos años que pasen. 

 De entre todos esos tópicos del lenguaje, los que más me irritan son aquellos cuyo sentido está vinculado a la inexorabilidad del destino, tratando de reconfortarnos a través de esas conclusiones baratas y de optimismo pueril estilo Paulo Coelho. “Querer es poder” o “quien la sigue la consigue”. Pero las que me causan mayor espanto son esas manidas “las cosas pasan por algo” o “lo que tenga que ser, será”.  Nos eximen así de cualquier responsabilidad ante las decisiones que tomamos y nos abocan a aceptar las cosas tal y como vienen. Por supuesto que hay situaciones ante las que no podemos hacer nada, pero en la mayoría de los casos, son nuestros actos los que desencadenan las consecuencias que luego lamentamos. La próxima vez que su interlocutor intente convencerle de que “todas las opiniones son respetables” o de que “las arma las carga el diablo”, huya.  Si le recrimina algo, respóndale, “así es la vida”.

Publicado en Las Provincias el 27/06/2014

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