martes, 20 de mayo de 2014

DIETAS O PAÑALES

El verano acecha implacable y con él las prisas para condensar en mes y medio todo lo que no hemos hecho en este último año. Observo una tendencia que se repite y divide a las mujeres en dos maneras de afrontar esta temporada. Las que, como yo, seguimos postergando la llamada de la maternidad, intentamos estos días ponernos a punto para enfundarnos el temido biquini. Adiós cervezas, hasta luego comida grasienta y hola zapatillas de deporte. Nos lo proponemos cada lunes, concienciadas al máximo hasta que el miércoles por la noche sucumbimos a cualquier plan que suponga la ingesta de todas las cañas que nos hemos negado en los últimos tres días. Se acabó el deporte hasta el siguiente lunes. Comenzamos así un bucle infinito que termina el 1 de julio cuando ya tenemos vía libre para comer, beber y holgazanear sin remordimientos.

Por su parte, mis amigas madres aprovechan este mes para emprender una tarea aparentemente titánica, quitarle el pañal a sus bebés. De cara al verano, conviene que los retoños hayan aprendido a controlar sus esfínteres por aquello del escarnio público en la piscina comunitaria y porque en septiembre, cuando empiece el colegio, así lo exigen.  Quedar con ellas este mes es arriesgarte a que te enseñen un vídeo en el móvil de la primera caca de Rosita en el orinal o asistir al espectáculo de Paquito que solo quiere hacerlo al aire libre, aunque estemos en el club de tenis más pijo de Valencia. Alguna amiga simplemente se niega a salir de casa para evitar la vergüenza de recoger regalitos allá donde vaya. Entre ambos desafíos, está claro cuál de ellos presenta mayor complejidad. Tarde o temprano, los niños aprenden a ir al baño mientras nosotras, cada año, repetimos la misma cantinela: el lunes me pongo a dieta y me apunto al gimnasio. 

Publicado en Las Provincias el 16/5/2014

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