lunes, 19 de agosto de 2013

DAME MÁS GASOLINA

Durante las vacaciones necesitamos que todo a nuestro alrededor sea sencillo, ligero, fresco, exento de toda la carga de intensidad que soportamos el resto del año. De ahí que para disfrutar de nuestro periodo estival elijamos un libro facilón que no nos haga pensar demasiado, un atuendo básico compuesto por bañador, camiseta y chanclas que constituirán el uniforme de las próximas semanas o dedicarnos a ciertas actividades de naturaleza apasionante como jugar a las palas, a la petanca o al chamelo. También las afiladas garras de lo liviano llegan durante estos meses hasta la música. La pachanga, ese estilo musical tan nuestro, devora cualquier otro género que intente imponerse en cualquier espacio público o privado con carácter lúdico.


Fue en una de esas fiestas en las que fui consciente hace unos días cómo dentro de este género musical también existen categorías que la clasifican entre pachanga aceptable (Rafaella Carrá), pachanga hortera (El tractor amarillo) y el reggaeton. Cuando sonó la sexta canción seguida cuyo estribillo rezaba letras tan profundas como “Dame más gasolina”, “La mano arriba, cintura sola, da media vuelta, danza kuduro”, o “Mamita loca, cosita linda” y mientras intentaba imitar los ridículos movimientos que llevan aparejados este tipo de canciones, me di cuenta de que por mucho que me pese, el reggaeton ha llegado para quedarse. Eso es así. Todos los jovenzuelos de la fiesta lo bailaban con fervor mientras yo me preguntaba qué le encuentran a este tipo de música con reminiscencias tropicales y lenguaje de mara salvadoreña que nos pilla tan lejos de nuestros castizos sones. Tras el empacho de perreo de este verano, puedo afirmar sin ninguna duda que ningún Pitbull podrá desbancar nunca a los peores temas del Fary.  


Publicado en Las Provincias el 19/08/2013

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