viernes, 9 de agosto de 2013

VERANO CASPOSO

El verano es durante la niñez esa época deliciosa donde los días eternos y las noches infinitas permiten que los juegos se alarguen hasta la extenuación. Son los mejores meses para los chavales. Sin obligaciones ni deberes ni horarios.  Con helados, piscina y pandilla nueva. Con los años, el verano, lejos de guardar ese aroma de felicidad con que se suelen adornar los recuerdos de la infancia, se me antoja la estación más casposa y cutre del año. Mientras unos pocos exhiben su palmito con orgullo por las playas, otros tenemos que procurar disimular los excesos de los meses previos y reconocer que un año más hemos llegado tarde a la operación biquini.  Es esta también la época del sudor, de los calamares recalentados en el chiringuito y de la machacona canción del verano. Los hombres sacan del armario ese insulto a la elegancia que son los pantalones pirata y las camisetas de tirantes mientras nosotras lamentamos no haber ahorrado los suficiente para la depilación láser el pasado invierno. 




Encuentras niños chillando allá donde vayas y padres al borde del colapso por tener que convivir las 24 horas con esos pequeños monstruos.   Hay atascos en las carreteras, incendios en los montes y medusas en el mar.  Si durante el resto del año se hace difícil ver la televisión, en estos meses se hace completamente imposible. Además tenemos que soportar el posado playero de Ana Obregón y la imagen de la Duquesade Alba en biquini. Por destacar algo positivo de esta estación, al menos los políticos dejan de exhibir su caradura y demostrar su incompetencia durante unas semanas. A estas alturas, ya habrán adivinado el porqué de mi aversión al estío. Este agosto me toca trabajar. 


Publicado en Las Provincias el 09/08/2013



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