Qué
poco me interesan los Juegos Olímpicos y qué ganas tengo de que terminen. Desde
el pasado 27 de julio, cada vez que pongo la televisión o la radio o abro un
periódico, parece que el mundo gire exclusivamente en torno a este
acontecimiento, incluso la crisis ha quedado en segundo plano. Ya no importa la
subida del IVA ni que los inmigrantes pierdan su derecho a la sanidad, porque
España ya tiene en su haber unas cuantas medallas. Aunque no hayas tenido en tu
vida el mínimo interés por el windsurf, ahora todos nos sentimos orgulloso por
haber llegado a lo más alto. Me pregunto qué poder tiene el ejercicio físico unido
al juego para que nos anestesie de esta forma.
Que
sí, que los valores que encierra el deporte están muy bien: el esfuerzo de
superación, la constancia, el trabajo en equipo, el sudor derramado en el
camino… Pero tampoco creo que sea para tanto. Estoy harta de escuchar lo
importante que es hacer deporte, que nuestra salud depende de ello, pero no he
oído muchas voces que aconsejen a los deportistas que estudien, que lean y se
formen, porque será beneficioso para otro tipo de salud, la mental. Es
importante tener un Rafa Nadal o un Pau Gasol que eleven el orgullo patrio y
nos distraigan de nuestras miserias, pero también me gustaría ver nombres de
científicos, filósofos, investigadores o médicos que además de traspasar
fronteras, fueran reconocidos con primas millonarias que superan los 90.000
euros, como es el caso de los deportistas españoles que ganan un oro. Y que
pagamos todos, por cierto. Me gusta el deporte, pero si tengo que elegir, me
quedo con el “Mens sana”. Tiene mayor recorrido que unos músculos definidos o
unos abdominales marcados.
Lo mejor de los Juegos Olímpicos, sin ninguna duda |
Publicado en Las Provincias el 10/08/2012
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