viernes, 24 de agosto de 2012

DE NOTABLE ALTO A APROBADO JUSTO


Cuando llegaba una chica nueva a la urbanización, la parte masculina de la pandilla no tardaba en encender el escáner y examinar a la susodicha para dictar veredicto. Ese verano apareció por allí una hembra de esas de mirada felina, melena rubia, pechos generosos y artificiales, short blanco ceñido por el que asomaban unas piernas bien formadas y el paso firme de las que saben que son objeto de miradas furtivas. Ellos la bautizaron como “la ocho y medio”, tal fue el resultado de su evaluación. Para nosotras no era para tanto. Nunca les dirigió la palabra, por cierto.

Han pasado seis años desde ese notable alto.  Hace unos días bajé al parque de la misma urbanización a acompañar a una amiga a que su retoño brincara entre los columpios. Mientras observábamos a la pequeña deslizarse por el tobogán, apareció una madre con sus dos hijos. Era de esa especie de madres histéricas que no dejan a sus cachorros solos ni un segundo para que hagan el cafre. Mi amiga me comentó que coincidía con ella todas las tardes y que pensaba que era aquella jaca por la que nuestros amigos suspiraban. “No puede ser” le dije. Me fijé bien. Su cuerpo había ensanchado notablemente, su melena había dejado paso a un corte de pelo sin gracia y escondía sus nuevas curvas bajo un vestidito color camel que le cubría por encima de la rodilla. Después de observarla con disimulo, vi un atisbo de aquella mirada que ahora había dejado paso a otra más terrenal y me di cuenta de que si que era ella. “Uf, qué duro bajar tantos puntos en tan pocos años. Ahora es un cinco y medio” le dije a mi amiga. “Yo más bien diría aprobado justo” expuso maliciosa mi comadre. Creo que los chicos de la pandilla le habrían suspendido.    

Publicado en Las Provincias el 24/08/2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario