lunes, 29 de agosto de 2011

LA ADAPTACIÓN DE LAS ESPECIES FEMENINAS

Estoy segura de que el naturalista Charles Darwin antes de establecer su famosa teoría, además de observar el comportamiento de escarabajos, arañas y otros bichitos, también estudió de cerca la adaptación al medio de una especie mucho más compleja, la femenina. Cuando las mujeres nos juntamos con un hombre, automáticamente empezamos a mostrar un repentino interés por aquella materia o hobby que cultiva la otra parte. No importa lo bizarra o aburrida que sea la afición, ni que jamás hayamos sentido curiosidad acerca de la misma. Películas gore, deportes extremos, tebeos underground, tiro al plato o colección de sobrecitos de azúcar. El gen de la supervivencia nos grita 'Adáptate o muere'. 

Ejemplos hay infinitos. Sé de mujeres que aborrecían el fútbol y ahora acompañan puntualmente a sus maridos al campo, bufanda del Valencia incluida. Una prima que siempre ha echado pestes del golf, hoy es hándicap 10 gracias a su pareja. Otra amiga que solo dormía en los mejores hoteles cuando viajaba, terminó yéndose de acampada a la playa en la que su novio hacía surf cada verano e incluso sacrificó su secador de pelo por estar a su lado. Y sin embargo, miro a mi alrededor y no veo a mis amigos hombres que acompañen a sus chicas a esas sesiones maratonianas de compras, ni que vayan al cine con ellas a ver 'Sexo en Nueva York', ni por supuesto se apunten a pilates. ¿Por qué tenemos esa capacidad de sacrificio? Se lo pregunto a mis amigas y la respuesta es unánime. «Si crees que voy a dejar que mi Luis vaya solo al fútbol, o al golf, o a hacer surf y tenga la oportunidad de fijarse en alguna de esas lagartas que revolotean por allí, lo llevas claro". Cuestión de supervivencia. 


Publicado en Las Provincias el 19/08/2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario