lunes, 29 de agosto de 2011

EL DON DE LA OPORTUNIDAD

 
 
La oportunidad de saber decir lo adecuado en cada momento es un don del que no todo el mundo está dotado. Una palabra a destiempo, una frase a deshora puede acarrear consecuencias fatales. Un ejemplo es la historia que me contaron hace poco y que todavía hace que me parta de la risa. Digamos que se llama Tania. Treintañera atractiva y desinhibida a la que le gustan los tíos bastante más jóvenes que ella. Tras tres encuentros con un pollito de 22 años recién salido del cascarón, la chica le da unas indicaciones acerca de sus preferencias amatorias. Le dice que quiere escuchar de boca del zagal palabras sucias y obscenas que eleven su temperatura corporal y le hagan llegar al éxtasis. 
 
La falta de experiencia del joven amante iguala a su nivel de timidez, por lo que una vez metidos en faena, no consigue arrancarle más que un leve susurro apenas perceptible que bien podría parecer un verso de Neruda. Al concluir la cita, una Tania decepcionada e insatisfecha le lleva a su casa puesto que el chavalín todavía no tiene carnet de conducir. Cuando ella le pregunta qué dirección tiene que tomar, él le suelta una frase que ya se ha convertido en mítica entre mi grupo de amigos: «gira a la derecha, zorra». La susodicha se queda muerta. «¿Perdón?» El chico titubea. «Cómo me habías dicho que te gustaba que te dijera cosas fuertes.» «Sí, pero no ahora, hombre de Dios, eso tocaba antes». El resto del camino lo hicieron sin dirigirse la palabra. Ni que decir tiene que no se han vuelto a ver. El pimpollo todavía no ha conseguido reponerse de la vergüenza, mientras que Tania ha cambiado de gustos y ahora los elige de 40 para arriba.
 
Publicado en Las Provincias el 05/08/2011

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