Porte
recio, cuello potente de boxeador, cabeza rapada a lo Bruce Willis, labios
carnosos que saben cuándo sonreír o infligir rictus grave y una mirada
seductora que rezuma seguridad y domina a la perfección. Comencé a fijarme en
él días después de las elecciones griegas cuando una amiga que tiene como
biblia el ‘Hola’ y está enganchada a Gran Hermano VIP me comentó si había visto
cómo estaba el nuevo ministro de Finanzas griego. Sorprendida por su
repentino interés en la deriva de la política internacional, busqué en Google a
Yanis Varoufakis, el hombre que en menos de dos semanas ha desbancando al líder
de Syriza, Alexis Tsipras, de la primera línea. No está mal, pensé, aunque no
es mi tipo.
No lo
era hasta que vi en las noticias el duelo que mantuvo Varoufakis con el
presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem tras su primer encuentro y claro,
caí rendida. “No reconocemos a la Troika como interlocutor”, dijo el ministro
con voz firme ante la cara de panoli de su homólogo holandés. Como un héroe
mitológico de su Grecia natal que desciende de su caballo desatando la ira de
los dioses, Varoufakis llegó a la reunión montado a lomos de su Yahama de 1300
cc, sin escolta ni corbata. Desde entonces, el ministro se ha transformado en
Superman, Leónidas o en Terminator en los numerosos montajes que se han hecho
de él en Internet. Acostumbrados como estamos a las adulaciones entre
políticos, reconozco que ese desafío directo al poder establecido y esa
provocación de chulo del barrio, me resultó de lo más sexy. Trato de imaginarme
quien ocuparía su lugar en una hipotética victoria de Podemos y no lo consigo.
Ni Errejón con esa cara de colegial empollón ni las poses de Monedero
conseguirán nuca rozar al sexappeal que desprende el superministro griego.
Publicado en Las Provincias el 6/2/2015
https://www.youtube.com/watch?v=QovlcxtKExQ
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