viernes, 18 de enero de 2013

LA ODIAMOS


Buscaba información para un trabajo, cuando le consulté a mi compañera de piso que le parecía que incluyera alguna ilustración de una conocida artista valenciana. Al escuchar su nombre, cambió el rictus y me contestó categórica: “La odiamos”. Le pregunté con curiosidad el motivo de esa animadversión en plural. Es una maltratadora de hombres y nos los deja a todos para el desguace. Hombre que pasa por sus manos, hombre que acaba de psiquiátrico. Menos mal que se mudó a Madrid hace unos meses, que si no sería el 90% de los tíos solteros de esta ciudad”. Al parecer varias de sus amigas habían tenido que recoger los despojos de algunos de estos individuos que habían perdido la cabeza por esta Mata Hari autóctona, y claro, la solidaridad femenina hace que aunque no hayas cruzado una palabra con ella en tu vida, también le profeses profunda antipatía.

En el 90% de las pandillas formadas por mujeres, siempre existe una hostilidad común hacia algún ejemplar de nuestro género, que se suele caracterizar por un físico despampanante, una simpatía desbordante, una cuenta corriente desahogada y el resultado natural de esta suma, que no es otro que un éxito desmedido con los hombres. Si además alguna de nuestras respectivas parejas, o incluso ex parejas, tuvo el más mínimo roce con ella en el pasado,  la guerra está declarada. La realidad es que en cuanto indagas un poco en la vida de estas seductoras profesionales, te das cuenta de que la amenaza no es tal y sus vidas son tan ordinarias como la del resto de los mortales. ¿Por qué entonces ese odio visceral? Evidentemente, por lo divertido que es despellejarlas en una conversación nocturna entre Gin tonic y Gin tonic. 

Publicado en Las Provincias el 18/01/2012

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