Si
Shakespeare hubiera escrito “Romeo y Julieta” hoy, puede que en lugar de dos
familias enfrentadas que se oponen a la pasión de los amantes, el escritor
hubiese elegido otro tipo de obstáculo más acorde a estos tiempos. Imaginen.
Romeo, 36 años, licenciado en Arquitectura y con un reconocido máster a sus
espaldas lleva casi tres años en el paro. Julieta, 32 años, desde que
terminó Periodismo ha pasado por varias empresas cobrando una miseria, ahora
está pendiente de un ERE en la televisión en la que trabaja. Romeo, a punto de
tirar la toalla, consigue un trabajo en Alemania. Romeo y Julieta tendrán que
poner a prueba su amor a través de la distancia superando toda clase de
impedimentos: no hay vuelos low cost a Berlín, el apartamento que Romeo
comparte con otros tres españoles es una ratonera en la que no hay intimidad,
los celos de Julieta hacia las alemanas…
Quién
nos iba a decir a los de mi generación que a las dificultades cotidianas por
las que atraviesa una pareja, ahora se le iba a añadir una nueva, la de
vivir alejados a la fuerza. Conozco ya muchos casos. Parejas que con un bebé de
pocos meses tienen que vivir separados por 500 kilómetros, otras que han tenido
que aplazar sine die el deseo de ser uno más, algunas que
deciden que uno de los dos haga las maletas para buscar un futuro para ambos.
Los más afortunados pueden verse los fines de semana, donde apuran cada segundo
como si fuera el último, y dan gracias al AVE y al Skype por existir. Mientras
el banquero o el político de turno retozan con su querida en un hotel de cinco
estrellas o pasan las navidades en Baqueira, a nosotros solo nos queda
repetirnos, lo que el amor ha unido, que no lo separe la crisis.
Publicado en Las Provincias el 11/01/2013
Como la vida misma. Muy bueno. Ánimo a todas esas parejas. Un bso: Teresa M. R
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