viernes, 21 de septiembre de 2012

ERRORES ETÍLICOS CON FINAL FELIZ


Mi amiga Blanca comparte piso en la playa con tres personas más, dos hermanos varones y una chica bastante resultona. La otra noche, unos amigos del equipo de rugby donde juegan los chicos fueron a cenar a su casa. Mi amiga y su compañera no tenían planes, pero después de ver el género, decidieron unirse a la velada. Salieron con ellos de copas y Blanca se retiró pronto a dormir. Ya había amanecido cuando escuchó llegar a la tropa que iba a su casa a tomarse la última. Por un instante los maldijo, pero recordó otras noches similares en las que ella y sus amigas habían sido las causantes del jolgorio y trató de volver a dormirse.

Al poco, alguien abrió la puerta de su cuarto. Con la oscuridad no pudo reconocer la silueta, y se quedó completamente inmóvil ya que con el calor se había acostumbrado a dormir destapada y con solo un minúsculo tanga.  A un metro de ella, uno de los chicos de la fiesta le pedía balbuceando que le diera un beso.  Mi amiga pensó que era una broma, pero el tío insistía. “Venga, dame ese besito que me has prometido antes”.  Blanca intentaba decirle que ella no le había hecho tal promesa y que se largara de su dormitorio. Ante la insistencia del Casanova, ella se tapó como pudo con la sábana y encendió la luz. Al verla, al chico le cambió la cara. Se puso colorado y con un inaudible “perdón” se largó de allí metiéndose sin querer en el cuarto de baño antes de salir por la puerta de la habitación completamente avergonzado. Cuando mi amiga por fin se levantó, su compañera le había dejado una nota de avisando de que dormía acompañada. Parece ser que a pesar de la cogorza, el tío terminó entrando en el dormitorio correcto. 

Publicado en Las Provincias el 21/09/2012

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