viernes, 18 de mayo de 2012

LA CRISIS PONE A CADA UNO EN SU SITIO


La crisis golpea a casi todos por igual. Si bien, los que siguen arriba de la cadena alimentaria, aprovechan esta época para seguir amasando dinero con las penurias de los demás, existe una clase, dominante hasta hace cuatro días, que también está sufriendo los envites de este tiempo aciago que nos coloca en igualdad de oportunidades. Aunque no pertenezco a esos más de cinco millones de parados, sí que formé parte el año pasado de esa cifra que aumenta peligrosamente mes a mes. Esta semana acudí a mi oficina del INEM a recoger un papel para la declaración de la renta. Esperaba mi turno mientras observaba los rostros contrariados de aquella multitud sin esperanza, cuando entre el gentío divisé una cara que me era lejanamente familiar. El procesador se puso en marcha hasta que le reconocí,  era un antiguo jefe despótico e incompetente que tuve que sufrir en uno de mis primeros trabajos.

Dudé en saludarle recordando todos los malos momentos que me había hecho vivir, pero opté por la educación.   Mientras me encaminaba hacia allí, mi ex director me reconoció y giró la cabeza hacia otro lado. Cuando le tocó el turno, me fijé en que se dirigía a uno de los puestos de inscripción de la bolsa de empleo.  Nada más lejos que regocijarme de las desgracias ajenas, pero su gesto de desprecio, unido al aire de superioridad con que siempre me trató, hizo que por un instante saboreara las mieles de la victoria. Solo duró un segundo, enseguida ese regusto se volvió amargo al pensar que si este tío, cachorro de una familia bien de la alta sociedad valenciana y armado con una nutrida agenda de contactos, está en el paro,  el resto lo tiene crudo.


Publicado en Las Provincias el 18/05/2012

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