viernes, 17 de febrero de 2017

EL ARTE DE ENSEÑAR

Foto: Mikel Ponce

Cuando has acudido a muchas comparecencias públicas, bien sea por inquietud intelectual, asistiendo a cursos, debates y conferencias o bien debido a tu actividad profesional, uno aprende rápido a distinguir quien se dirige al público porque no le queda más remedio y quien disfruta enfrentándose al auditorio. En el primer caso están los políticos, en cuyo ejercicio viene implícito hablarles a los ciudadanos y a los medios de comunicación, a pesar de que en ocasiones sus capacidades para ello sean nulas. En el otro extremo están los profesores, algunos profesionales de la comunicación y algún que otro escritor. Respeto a cualquier persona que, con un discurso coherente, salga a la palestra a defender sus tesis, aunque naturalmente prefiero al segundo grupo que al primero. A lo largo de mi vida he escuchado a mucha gente haciendo declaraciones, dando discursos o tratando de explicarse.


Algunos dominaban la materia, pero no el escenario; otros dialécticamente eran excepcionales pero sus teorías se apoyaban sobre palillos. Pocas veces se conjugan ambas facultades. Cuando eso ocurre, una se queda obnubilada escuchando ese ejemplar en vías de extinción. Me pasó el lunes pasado con el escritor y ex columnista de LAS PROVINCIAS Santiago Posteguillo que dio una charla en el Club de Encuentro Manuel Broseta. Posteguillo ofreció una lección magistral donde combinaba un conocimiento absoluto sobre historia y literatura con un ejercicio brillante de dialéctica. El escritor valenciano es una de esas personas que consigue despertar la curiosidad en el oyente. Eso, para un profesor debe ser lo más (él lo es). Salí de allí desenado matricularme en filología inglesa en la UJI para poder seguir escuchándole. De momento tendré que conformarme con leer la última trilogía de Trajano.  

Publicado en Las Provincias el 17/2/2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario