viernes, 14 de octubre de 2016

EMPEZAR DE CERO



Mi identidad digital ha sufrido un duro golpe en el último mes. Primero trituré mi ordenador sin querer después de una caída letal y perdí todo lo que había dentro. Los últimos seis años de mi vida se esfumaron en el breve trayecto que separa la mesa de trabajo del suelo de granito. Tuve una sensación parecida a la de la gente que ha tenido experiencias cercanas a la muerte. En esos tres segundos vi pasar todo el contenido del disco duro ante mis ojos. Una vez mi amigo Santos, informático y mi ángel de la guarda cibernético, certificó la defunción del portátil, el mundo pareció que se derrumbaba. Pensé en las cosas importantes que guardaba: artículos que tenía a medias, un par de facturas sin enviar, basas de datos que había tardado años en recopilar, fotos que había guardado para futuros post… Ha pasado un mes y he sobrevivido.

Esta misma semana, otra vez sin querer (¿o fue quizás el subconsciente?), eliminé todos los e-mails que guardaba en mi correo electrónico de los últimos cinco años. Dos mil y pico e-mails absorbidos por el agujero negro de la red. Pude recuperar los imprescindibles, confirmaciones de billetes de avión, reservas de algún hotel y entradas que había comprado y que creí que almacenándolos en el e-mail estarían a salvo. Podía haber recuperado más, pero decidí que lo que no había necesitado en los últimos tres meses, no servía para nada. Y así fue. La luna no se ha salido de su órbita  y Wall Street no se ha desplomado con la pérdida de mi vida online. Me siento más ligera, como cuando uno hace una mudanza y se deshace de la mitad de las cosas. Me recomiendan que a partir de ahora haga copias de seguridad, pero yo tengo mis dudas. Eliminar toda la basura digital acumulada y empezar de cero de vez en cuando es liberador. 

Publicado en Las Provincias el 14/10/2016

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