viernes, 13 de diciembre de 2013

PARAÍSOS CERCANOS


Todavía quedan en la Comunidad Valenciana unos pocos paraísos semivírgenes que han logrado escapar a la voracidad del ladrillo, a los inhumanos PAI y a los atroces planes urbanísticos que durante una temporada aprobaba como churros la Generalitat favoreciendo a ciertas constructoras. A uno de esos edenes me retiro cada vez que necesito desintoxicarme de la civilización. Es un lugar, cuyo nombre omitiré por si acecha el monstruo del urbanismo salvaje, rodeado de olivos, almendros y algarrobos y cuyo horizonte está perfilado por el mar. Un refugio en el que la oscuridad no está contaminada por la luz de ninguna farola, donde cuesta encontrar wifi en invierno y cuyos vecinos se saludan al cruzarse en el camino. Ubicado a los pies de una Sierra poblada de pinos y coronado por una diminuta ermita, allí también se ha construido en exceso, pero al menos su fisionomía no ha sido devastada al estilo Marina D’or. La crisis ha podido detenerlo a tiempo.




Comprenderán que para preservar esa pureza, acojo con recelo una noticia que recogía lasemana pasada LAS PROVINCIAS donde se anunciaba que un conocido interiorista valenciano, enamorado desde hace años de este poblado marinero, va a colaborar desinteresadamente con el Ayuntamiento de la localidad con el objetivo de fomentar el turismo. No dudo de sus buenas intenciones, pero tras ver las tropelías cometidas en nombre del desarrollo en otros puntos de nuestra geografía, quizás no sea lo más acertado tratar de atraer a los turistas, ese espécimen que durante quince días ocupa un territorio, arrasa con todo y si te he visto, no me acuerdo. Espero que la campaña de promoción fracase. Si no, en cuatro días nos han construido un rascacielos. Desgraciadamente, el campo de golf hace ya tiempo que está aprobado. 



Publicado en Las Provincias el 123/12/13

No hay comentarios:

Publicar un comentario