viernes, 20 de diciembre de 2013

CHARANGA Y PANDERETA


Me da igual no pertenecer a una superpotencia ni formar parte del G-8. Prefiero la alegría que nos caracteriza a la seriedad existencial que profesan en otras latitudes. Me gusta vivir en un país en el que se duerme poco y se trasnocha mucho, donde siempre hay un bar abierto para tomarse la última y alguien dispuesto a acompañarte. Me quedo con la cercanía que nos identifica antes que con la sobria frialdad de otras nacionalidades. Sin embargo, cuando veo ese optimismo impostado tipo happy flower que destila el anuncio de una empresa de chorizos al ritmo de la versión castiza de ‘My way’ apelando a lo más básico y emocional de nuestra idiosincrasia, no puedo evitar que me invada un sentimiento de irritación. Quizás todas esas cosas de las que habla el spot nos han llevado hasta donde estamos, a esa España de charanga y pandereta, que decía Machado.


Yo quiero vivir un país donde no baste la palabra de un policía para multarme cuando me manifieste porque unos señores están cercenando mis derechos. Quiero pasear por la calle con la tranquilidad de saber que ningún vigilante podrá cachearme y detenerme porque le parezco sospechosa. No tolero que ninguna ley se inmiscuya en la decisión de una mujer a decidir sobre su embarazo. Deseo una patria libre de amiguismos y clientelismos, donde los  responsables de jugar con nuestros ahorros devuelvan lo que robaron y paguen su pena; en la que los políticos recuperen la cordura, renuncien a los beneficios de los que no son merecedores solo por tener un escaño y donde los casos de corrupción no abran a diario los informativos. Y desde luego, no quiero vivir en una España en la que una familia entera se muera por comer alimentos de la basura. Solo entonces volveré a sentirme orgullosa de haber nacido aquí.



Publicado en Las Provincias el 20/12/2013




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