Frente
a aquella castiza película con Alfredo Landa y José Sacristán que llevaba por
título “Vente a Alemania, Pepe” y que ha resultado tan profética cuarenta años
más tarde, descubro estos días una genial campaña orquestada por una empresa
vasca que reza el epígrafe contrario: “No te vayas a Alemania”. A través de una
página web, tratan de captar nuevos talentos para la compañía esgrimiendo
diferentes razones para no cambiar esa tierra de gastronomía excepcional por el
frío germano, las cervezas calientes y las rubias que nunca estarán al alcance
del macho ibérico. La idea me parece excelente, pero dudo que consiga convencer
a los miles de jóvenes españoles que tienen las maletas preparadas o a aquellos
que ya han puesto tierra de por medio para labrarse un futuro laboral, lejos
del calor de familia y amigos, pero donde todavía existen oportunidades y
sueldos que permiten vivir con cierta dignidad.
Echo
de menos a todos los amigos que se han visto forzados a emigrar a otros países,
pero intento buscar el lado positivo del asunto y me consuelo pensando que su
exilio me brinda la oportunidad perfecta para conocer a fondo Chile, Perú o
India y además, disponer de alojamiento por la patilla. Son médicos,
fotógrafos, publicitarios o arquitectos, a los que este país ha escupido fuera
de sus latitudes para tratar de encontrar, no ya un futuro, sino un presente
que en España es cada día más incierto. Como dice la empresa, estos expatriados
no probarán las albóndigas de mamá durante un largo periodo, no celebrarán los
goles de su equipo al lado de sus amigos y junto a la puerta de Brandeburgo
suspirarán por la playa, pero al menos, ellos, podrán despertarse sin miedo a
lo que suceda mañana.
Publicado en Las Provincias el 29/06/2012
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