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Foto: fallas.com |
Me decía un amigo que profesa odio visceral a las fallas que
en ninguna ciudad de España pasa lo que aquí estos días, la ciudad “se abre de
piernas”, me dijo gráficamente, indignado porque desde hacía un par de semanas
tenía dificultad para sacar el coche del garaje y acceder a su vivienda. Entiendo
su cabreo, y sin embargo, es esa apropiación de la calle y los espacios
públicos lo que a mí más me gusta de las Fallas. Supongo que porque no me toca
sufrirlo de cerca. Los monumentos falleros han sido relegados casi al último
puesto en lo que a ocupación del espacio se refiere. Las carpas, las zonas de
fuegos, las casetas de churros, los mercadillos en torno a las zonas de más
afluencia y los diferentes pasacalles se hacen dueños efímeros del entramado
urbano. Leer más.
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