viernes, 20 de abril de 2012

PATRAÑAS DEL DESTINO

Escucho últimamente de boca de varios amigas y amigos a los que no les funciona una relación esos tópicos que detesto y que suelen verbalizarse en sentencias del tipo “Si el destino quiere que nos volvamos a unir, estaremos juntos” o “El tiempo pone todo en su sitio, solo hay que esperar” o “Si no ha funcionado, es porque no tenía que ser para mí”.   Perdonen, pero no, eso son solo patrañas, excusas y justificaciones que nos creamos nosotros mismos para no enfrentarnos a la cruda realidad. Leo en algún sitio que el destino no es lo que te va pasar sino lo que tú quieres que te suceda y no puedo estar más de acuerdo.  Somos los únicos y últimos responsables de nuestros actos y nuestras decisiones, y aunque en muchas ocasiones dar ese paso al frente requiera de una gran valentía, no existe nada parecido a un destino que vaya a elegir por nosotros y nos ofrezca la respuesta adecuada.

Si efectivamente existen los hados que determinan nuestro camino, no duden que ahora mismo están jugando al póquer, anestesiados por una botella de Jack Daniel’s o Juanito el andarín, mientras se retuercen de la risa por la mano que acaban de sacar y en la que han   dispuesto si Carla y Rafa están hechos el uno para el otro o si Pepe debe abandonar la academia.  Puede que exista un cierto toque de azar que determine en algún aspecto nuestra existencia, pero desde luego me niego a creer que no pueda tomar las riendas de mi vida y guiarla hacia donde considere, sea a buen puerto o directamente a la basura. Creer en el destino es igual de absurdo que creer en el horóscopo. Lo que hay que hacer es echarle un par y acarrear con lo que toque.



Publicado en Las Provincias el 20/04/2012

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