viernes, 12 de noviembre de 2010
¿Estamos mayores?
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Alquimia en los fogones
martes, 19 de octubre de 2010
El Luchador (The Wrestler)
Dirección: Darren Aronofsky.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 105 min.
Género: Drama.
Interpretación: Mickey Rourke (Randy Robinson), Marisa Tomei (Cassidy), Evan Rachel Wood (Stephanie Robinson), Mark Margolis (Lenny).
jueves, 23 de septiembre de 2010
Mi perro se ha comido a Bécquer
Esto es una muestra de lo que hizo.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Camino de Santiago- The end is the beginning
lunes, 13 de septiembre de 2010
Camino de Santiago (Capítulo 5)
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Camino de Santiago (Cuarta parte)
Los distintos escenarios por los que pasamos son preciosos. Bosques frondosos donde seguro habitan las meigas y donde elucubramos lo fácil que sería esconder un cadáver, océanos de helechos misteriosos, praderas inmensas con vaquitas de todos los tamaños, y aldeas de tres o cuatro casas siempre de piedra en las que parece que el tiempo transcurra mucho más lento de lo que estamos acostumbrados. Como telón de fondo, una bruma que lo envuelve todo y que hará que hasta que salga el sol, tiritemos de frío. Y para romper lo idílico del momento, el olor. Un olor característico que acompaña el Camino en numerosos tramos y que ninguna guía del peregrino recoge. Aroma de caca de vaca, de cerdito, y de abono. Desagradable, sí, pero no podía ser todo tan perfecto. Además, acabas acostumbrándote.
Una nueva alegría nos invadió al llegar a la mitad del recorrido. Melide, 15 kilómetros después nos esperaba con los tentáculos abiertos. No hace falta hablar de las bondades del pulpo gallego. Cocido en su punto exacto, con la sal, el aceite y el pimentón perfectos y encima a mitad de premio de lo que lo encuentras en el resto de España. Una delicia, de la que acabaríamos un poco hartos. Pero en ese momento, después de tres horas y pico andando, los dos platazos de pulpo y las birras tamaño XL nos sentaron de maravilla. Teníamos que coger todas las fuerzas necesarias para lo que nos esperaba. Aunque en ese momento, aún no lo sabíamos.

Continuamos nuestro camino entre risas, bromas y con banda sonora de José Luis Perales (parece mentira, pero hay gente inteligente que aprecia su música y sus letras…). Al cabo de un rato, algunos del grupo empiezan a adelantar el ritmo. Ya no hablamos tanto, el sol empieza a apretar, quedan aún 10 kilómetros… Poco a poco, nos vamos dispersando. Al final quedamos, mi amiga y yo. Me duelen mucho los pies y los mojones (que aunque suene fatal su nombre, son los indicadores de piedra que te dicen cuantos kilómetros quedan) parece que están cada vez más lejos. ¿Todavía 8 kilómetros? ¡Eso, para nosotras son dos horas más andando! Agotadas, paramos a refrescarnos con otra cerveza, pero ni siquiera eso nos anima.
Estamos al lado, eso dicen, pero no llegamos nunca. Nuestros amigos nos llaman por teléfono, acaban de llegar, pero en lugar de darnos ánimos, nos avisan de que en el último tramo se querían morir. Lo comprobamos en nuestras propias carnes. Una subida considerable da paso a otra subida de mayor longitud y cuando crees que ya lo tienes hecho, oh, sorpresa, otra subida te espera para darte la bienvenida a Arzúa. Además, el albergue está a tomar. Mis pies ya no son pies, son una especie de muñones que me arden. Cada paso cuesta, pero lo conseguimos.
Cuando por fin divisamos el albergue, tengo ganas de llorar pero me contengo. Después de darme una de las mejores duchas de mi vida y comer un plato tan típico gallego como es la hamburguesa, nos damos una siesta reparadora que nos hace olvidarnos de todo. Por la tarde, toca cervecear en la plaza del pueblo. La mesa es cada vez más grande, y las cervezas también.
Hemos pasado el ecuador de nuestro Camino. Estamos cansadas, pero felices.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Camino de Santiago (Tercera parte)
DIA 3. 2ª Etapa (Portomarín- Palas de Rei 25km)
Volvemos a levantarnos sobre las 6’00 de la mañana pensando que seremos de las primeras en comenzar a andar. Cuál es nuestra sorpresa al echar un vistazo a la habitación y comprobar que en la mayoría de las 60 literas ya no queda nadie. Es de noche cuando salimos. Algo que no habíamos tenido en cuenta durante los preparativos es que en los bosques no hay farolas, y toda nuestra iluminación durante los primeros kilómetros es una linterna comprada en los chinos que la verdad no alumbra demasiado. Vamos siguiendo a la gente hasta que se hace de día.
La primera parada técnica es para desayunar, aunque después de casi dos horas andando, yo opto por un buen bocata de jamón con tomate al que le han echado un picante muy sospechoso del que mi amiga intentará pedir explicaciones sin éxito. Empezamos a ver caras conocidas. Comienzan los saludos.
Llevamos buena marcha pero después de recorrer 15 kilómetros, las plantas de los pies me empiezan a arder. Empiezo a estar harta, y todavía quedan 10 kilómetros. Intento no pensarlo, pero es inevitable. Jugamos a decir canciones que contengan la palabra “camino”. No se nos ocurren demasiadas. El cansancio empieza a hacer mella.
Lo bueno del Camino es que cuando te empiezan a fallar las fuerzas, siempre ocurre algo que te hace continuar y hace el recorrido más llevadero. Puede ser llegar a algún punto cercano a tu destino, descubrir un paisaje alucinante, una parada con cervecita incluida o ponerte a hablar con algún peregrino que te contará su historia. Todo vale para olvidarte de lo mucho que te duelen los pies, los hombros, la rodilla o los riñones.
Para mí ese último tramo fue mucho más fácil al juntarnos con un par de chicos, un publicista de Madrid y un probador de coches (si, eso existe) de Barcelona, con los que estuvimos hablando un buen rato y que acabaron siendo inseparables durante el resto del Camino.
Llegamos a Palas de Rei bastante agotadas. Nuestros nuevos amigo se dirigen al mismo albergue que nosotras. Allí conoceremos al resto de la pandilla, dos chicas estupendas también de Madrid con las que pasaremos muy buenos momentos. Después de la ducha revitalizante y las cervecitas energéticas buscamos un sitio para comer. Tardan tres horas en servirnos pero la espera vale la pena. Comemos un arroz blanco con pulpo, chipirones, gambitas, pimiento rojo y cebolla que nos parece increíble, y no solo por que sean las seis de la tarde. Nos reímos bastante durante la comida. Las anécdotas que hemos ido viviendo a lo largo del viaje dan para mucho.
Después de dar una vuelta por el pueblo y acercarnos hasta la iglesia para que nos sellen la credencial, nos quedamos todos charlando un par de horas. Mi amiga y yo nos retiramos a las habitaciones. Me hago la habitual cura de pies y descubro las primeras ampollas, aún son pequeñas pero pueden ser un incordio. Al día siguiente toca la etapa más dura, 30 kilómetros, así que decidimos utilizar el comodín del público y empaquetamos las mochilas en el “mochi-taxi”, un recurso muy preciado por buena parte de los peregrinos con tan solo un coste de 3 euros. Un dinero muy bien invertido.
Continuará...
viernes, 3 de septiembre de 2010
Camino de Santiago (Segunda parte)
DIA 2. Los primeros pasos. (1ª Etapa. Sarria-Portomarín 22,4 km.)

El albergue en el que nos alojamos tienen 120 camas. Parece un barracón militar pero está muy limpio y huele a réflex (todos los albergues en los que dormimos huelen a réflex, afortunadamente). Uno de los mejores momentos del camino, además del de la comida, la cena y el almuerzo, es el de la ducha. Después de andar 21 kilómetros con una mochila de más de 8 kilos, darte una ducha es lo mejor que te puede pasar.
Una vez frescas, buscamos una bar para comer y de nuevo, nos ponemos las botas: plato enorme de espagueti y pechugas con exquisitas patatas gallegas. Para mi amiga y para mi, andar tanto es la excusa perfecta para poder comer todo lo que queramos. Reposamos la comida con una reparadora siesta y nos vamos a dar una vuelta por el pueblo. Hay actuación de bailes folclóricos, de los que mejor no haré ningún comentario. Conocemos a nuestros primeros amigos, unos hermanos mañicos muy majos que llegarán siempre de los primeros en todas las etapas. Unas cervezas después, probamos el caldo gallego y nos vamos a nuestro campamento a intentar conciliar el sueño.
Continuará...